miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Calentamiento global? ¡Mejor pónte un suéter!

José Brechner

El Diario de América, Nueva York

Octubre 28 de 2009

“El lenguaje político está diseñado para que las mentiras suenen verdaderas, el asesinato respetable, y darle apariencia de solidez al viento” George Orwell

Mucho se habla del calentamiento global, pero cada vez hace más frío. El año pasado nevó en Buenos Aires y en mayo pasado en Arabia Saudita. En el hemisferio sur la primavera está llegando a finales de octubre, y en el norte el invierno está bajando antes de hora.

¿Cuál es la verdad acerca del fenómeno atmosférico que le permitió amasar 100 millones de dólares y obtener el premio Nobel a Al Gore, quien ahora se resiste a contestar preguntas sobre su película “Una verdad inconveniente” por estar fundamentada en información inexacta?

La teoría del Calentamiento Global, como otras de las que la progresía se adjudica potestad para proteger el planeta, como si el universo les perteneciese y fuesen los únicos interesados en su existencia, está llena de incorrecciones y falsedades. No obstante, les sirvió para blandir una bandera política atractiva y llenarse los bolsillos. Desde 1990 se han gastado más de 50 mil millones de dólares en esa conjetura.

Para entender el cambio climático, hay que recordar que a través de los tiempos siempre hubo ciclos de frío y calor. Los más conocidos duraron de tres a cuatro décadas. Sólo con la ciencia moderna se ha podido constatar con precisión esas fluctuaciones. En realidad los periodos llamados de calentamiento, fueron aquellos en los que la Tierra recuperó su temperatura normal después del intenso frío.

El sol como todas las estrellas, no tiende a recalentarse y brillar más, sino a enfriarse y apagarse. Si bien la mengua demorará muchísimos millones de años hasta su extinción, la tendencia del sistema solar es hacia su congelamiento. Ese proceso no es el que hoy nos afecta, pero vale acudir a su mención para que no perdamos la perspectiva acerca del funcionamiento del cosmos.

Lo que sí parece que tiene mucho que ver con las bajas temperaturas actuales, y según los científicos es la causa primaria del sorpresivo frío que está llegando a sitios inéditos, es la disminución de las manchas solares. Fruto de un evento estelar similar en el pasado, se dio la llamada “Pequeña Edad del Hielo” que azotó Europa del siglo XVI al XIX, con intervalos de ligero calentamiento.

La información actual más precisa acerca del cambio de temperatura, aparenta estar en manos de la red Argo, consistente en más de 3.000 pequeños robots que se encuentran flotando en todos los océanos. Los robots se sumergen hasta 1.000 metros o más, obtienen las temperaturas submarinas, salen a flote, y transmiten la información a sus satélites.

Los descubrimientos indican que los océanos han estado enfriándose, produciendo descensos en la temperatura ambiente desde 2004, y posiblemente desde 2003, cuando comenzó el proyecto Argo.

Históricamente, los datos razonables sobre la temperatura del aire se remontan únicamente a 1880. Los análisis sobre la tendencia ascendente y sus oscilaciones son resultado de consideraciones empíricas. Los cálculos que predicen futuras elevaciones en la temperatura se basan en observaciones no comprobadas de la evaporación del agua.

Se registraron vaivenes climatológicos que duraron alrededor de 30 años en ambas direcciones: 1882-1910 enfriamiento. 1910–1944 calentamiento. 1944–1975 enfriamiento. 1975–2001 calentamiento.

En 2009 la temperatura empezó a caer levemente y los expertos indican que estamos entrando en una etapa de enfriamiento que durará hasta 2030. La propensión a largo plazo sugiere que el último periodo de calentamiento (1975-2001) fue como el previo (1910-1944) y que una vez que hayan pasado los efectos polares, la Tierra retornará a su periodo cálido normal.

¿Qué hay de la influencia humana? No existe ninguna evidencia de que el Dióxido de Carbono (CO2) fuese la causa principal del calentamiento reciente, es sólo una suposición. Calentamiento atmosférico, como vimos, también hubo en el pasado.

Antes de 1850 las emisiones humanas de dióxido de carbono prácticamente no existían, y comparadas con los niveles actuales eran insignificantes hasta después de 1945. De manera que el “efecto invernadero” es un argumento sin sustentación científica. El gas de CO2 comprende apenas el 0,038 por ciento de la atmósfera, y no es tóxico. Todos los seres vivientes lo exhalamos al respirar.

Del 7 al 18 de diciembre se celebrará la cumbre de Copenhague, que tiene como objetivo concluir un nuevo acuerdo mundial de lucha contra el calentamiento global, que prosiga e intensifique los esfuerzos del Protocolo de Kioto que expira en 2012.

Gordon Brown convocó a un foro en Londres, que reunió a los 17 países que generan más emisiones de dióxido de carbono, entre ellos Estados Unidos, la Unión Europea, México y Brasil, para facilitar la búsqueda de una postura común antes de Copenhague.

Según Brown: “Hay que evitar la catástrofe que generará el calentamiento global debido a los efectos del dióxido de carbono, causante del 90 por ciento del efecto invernadero”.

En ese razonamiento se resume toda la visión climática de los progres. Parece que no se expusieron a la intemperie. En vez de apoltronarse en sus lujosos autos, aviones y palacios artificialmente atemperados, los gobernantes izquierdistas deberían salir a la calle para tomar contacto con la fría realidad.

La perspectiva de las izquierdas sobre el clima, es tan ciega e incoherente como su pensamiento general. Siempre se apoyan en teorías erróneas. Se enfrascaron en negar la naturaleza económica y social del ser humano, y ahora se resisten a aceptar la indiscutible condición del tiempo.

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