Alfonso Gómez Gómez
Vanguardia Liberal, Bucaramanga
Octubre 24 de 2009
Debo al ilustre socorrano Jaime Posada, rector de la Universidad de América (Bogotá) el obsequio de varias publicaciones universitarias y entresaco del texto del Presidente Eduardo Santos: “¿Para qué armarnos?” Si América practica las declaraciones internacionales y los tratados, no tiene necesidad de armarse; equivocados andan los gobernantes que deciden armarse, pues la válida reflexión del presidente Santos es elocuente. Esos recursos se necesitan para soluciones más urgentes y realizar el mejorestar de nuestros pueblos americanos.
Los textos proclaman la solidaridad de nuestros pueblos. Tomo de la Octava Conferencia Internacional Americana, Lima (1938): “1. Es inadmisible la intervención de un Estado en los asuntos internos o externos de cualquier otro; 2. Todas las diferencias de carácter internacional deben ser resueltas por medios pacíficos; 3. No es lícito el uso de la fuerza como instrumentos de política nacional o internacional; 4. Las relaciones entre los Estados deben obedecer a las normas del derecho internacional”.
Oportuno repetirlo cuando hay mandatarios que no practican tales compromisos.
Recordemos también: “La reconstrucción económica contribuye al bienestar nacional e internacional, así como a la paz entre los pueblos”. Cuando el mismo Presidente Santos visitó a Caracas expresó: “Qué tendrá la bandera de Venezuela que cada vez que uno la mira siente que hay en ella algo de la propia bandera?”
Ahora, el mandatario vecino cerró la frontera para nuestras exportaciones. El candidato liberal a la presidencia Rafael Pardo Rueda observó: “Es el criticado procedimiento de los Estados Unidos hacia Cuba, embargo económico por razones políticas”. Es de preguntar: ¿Por qué no puede tener cada pueblo diferente sistema político?
¿Cuándo podremos regresar a la diplomacia, contra las vías de hecho? Porque la política internacional del presidente Santos sigue siendo la misma, reafirmada solemnemente en su época por él y Eleazar López Contreras. No hay razón valedera para cambiarla y así la han practicado nuestros mandatarios incluido el presidente Uribe. Es, sigue siendo absurda, la respuesta a la nota diplomática (reservada) de Colombia a Venezuela, respecto del hallazgo por el ejército colombiano de armas en poder de la guerrilla, en nuestro territorio, marcadas con rubro del ejército venezolano. Tampoco se conoce una “respuesta aclaratoria” pedida por Suecia, respecto de las mismas armas, vendidas por dicho país a Venezuela.
Se requiere que recobremos la calma y que practiquemos el derecho internacional antes de armarnos hasta los dientes.
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