Rafael Guarín
Revista AHORA, Bogotá
Octubre de 2009
Una inédita y reveladora entrevista que le fuera hecha en el 2007 al secretario de Fensuagro, Juan Efraín Mendoza, capturado por el Ejército en un campamento en Sumapaz, muestra lo que las Farc busca conseguir en el campo político.*
Tratándose de un dirigente sindical, muchos se sorprendieron de su captura en combates contra las Farc. No fue mi caso. La entrevista que le hice a Juan Efraín Mendoza revelaba una inquietante cercanía con la organización guerrillera y el papel que Fensuagro cumple.
LAS MARCHAS CAMPESINAS DE 2007
En medio de la agitada movilización campesina realizada en octubre de 2007 y que bloqueó carreteras en Tolima, Valle, Cauca y Nariño, pude dialogar con participantes de Rioblanco, el municipio donde a comienzo de los años cincuenta se fundó el asentamiento comunista de El Davis, verdadero origen de las Farc. Al llegar a la Plaza Murillo Toro de Ibagué percibí que estaban muy bien organizados y con voceros con un discurso unificado.
Además de denunciar las necesidades de la región, llamó la atención que afirmaran que “donde existen los grupos guerrilleros, por ejemplo, en el caso de la región donde nosotros vivimos, no existen los problemas” o que la seguridad se las proporcionaba las Farc mientras que el ejército les daba terror, entre otras cosas, por supuestos asesinatos de civiles. En el diálogo se evidenció que existían mecanismos de control sobre la población a través de las juntas de acción comunal que en muchos casos eran influenciadas o dominadas por la guerrilla, al punto que quienes no asistían a la marcha se sancionaban con multas, arreglo de carreteras o trabajos en proyectos productivos.
A la pregunta de quién los lideraba, uno de los campesinos entrevistados dijo que las “centrales agrarias” que “son las que están rigiendo esa ley de hacer paros y todo eso”, entre ellas Fensuagro, y otro anotó: “con base a ellas es que hemos recibido capacitación y hemos estado activos organizando la gente”.
Para mayor claridad decidimos acudir directamente a Fensuagro. Su secretario, Juan Efraín Mendoza, nos recibió a la semana siguiente en una desordenada oficina presidida por la hoz y el martillo, en plena calle 17 con carrera 10 en Bogotá. Se trataba de un campesino metido en un apretado traje de corbata, moreno, obeso y afable. Es el mismo que 16 meses después al ser capturado junto al “negro Antonio” diría que era “un secuestrado” y de quien el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, afirmó que "no es un sindicalista sino un subversivo”.
Contó que Fensuagro es una federación que agrupa a sindicatos de pequeños agricultores y asociaciones de campesinos. Están en 22 departamentos y tienen 68 organizaciones afiliadas. Hacen parte de la “Vía Campesina” y de la “Federación Sindical Mundial”. Precisó que las marchas las orientaba la Coordinadora Campesina, Obrero y Popular de la que hace parte muy activa Fensuagro.
TUMBAR A URIBE
Sobre las razones de la marcha, con tranquilidad indicó: una reforma agraria integral y democrática, la soberanía alimentaria, el respeto por los derechos fundamentales y porque “haya una salida negociada al conflicto social y armado”. Luego, con convicción, añadió el objetivo central e inmediato: “el principal y primer punto eje de la movilización es la renuncia del presidente Uribe y su vicepresidente, por ser un gobierno ilegal e ilegítimo”. Pero la cosa no para ahí. Se pretende “instaurar un gobierno democrático de alta representación popular… de lo contrario vamos a seguir enmarcados en unas políticas nefastas como la seguridad democrática”, que calificó de “guerra contra el sector agrario”.
La curiosidad aumentaba. ¿Hay una fuerza política que pueda proyectar ese gobierno? “Mire, no tanto como una fuerza política, sino que aquí hay ciudadanos capaces de gobernar, por eso es que nosotros hablamos de amplia participación popular, no un partido político como tal”. ¿Y entonces? “Un gobierno de coalición donde estén representados todos los sectores” y cuando “esté posesionado, convocar a un referendo, convocar a que se modifique la constitución nacional y a que se monten unas nuevas estructuras donde todos tengamos cabida en este país. ¿Eso incluye a la guerrilla? “Desde luego está la insurgencia, porque la insurgencia hace parte del proceso colombiano”.
¿Las Farc tienen base social? Sí, “si las Farc no tuvieran base social no existirían”. “Porque, por ejemplo, ¿de dónde salen los combatientes? Los combatientes tienen que salir de ese apoyo popular que tiene”. Ante la reflexión sobre el rechazo de la opinión pública a las Farc, aludió a los medios de comunicación. A “la gente de la ciudad le dicen que la insurgencia es un grupo terrorista, que mata, que asesina, que secuestra y dizque los que están allá armados tienen sueldos o son obligados y que son cosas totalmente contrarias de lo que se dice de esa realidad”.
Destacó que los resultados militares contra las Farc eran pobres. Le pregunté la razón: “porque es una política que cree que a través de la vía armada va a arrasar a las Farc y al gobierno se le olvida que es un movimiento de 43 años de lucha, de rebeldía en contra de la injusticia en Colombia”. ¡A esta altura ya no sabía con quien estaba hablando! Mendoza continúo: “entonces el señor (Uribe) prometió la toalla de Marulanda, que en seis meses la entregaba, oiga y vamos para seis años y la verraca toalla no aparece, se le embolató”. No alcanzaba a imaginar los contundentes golpes que el ejército le propinaría a la guerrilla en 2008.
Sobre las garantías para la marcha, narró que no existieron presiones de ningún tipo de la guerrilla, pero eso sí, por supuesto que las hubo del Estado. Denunció que en el Tolima botaron unos volantes que decían: “campesinos no salgan a la marcha que esto es una propuesta de las Farc”. “Nosotros somos unas organizaciones campesinas, de obreros, de civiles que no tenemos nada, absolutamente nada que ver con el movimiento insurgente. ¡Eso que quede claro!”, subrayó.
A la réplica de que si no era posible que miembros o simpatizantes de la guerrilla participaran en las marchas, fue contundente: “No hay espacio para la infiltración del movimiento armado”. “Los militares bocones, que salieron a decir que la movilización era de las Farc, nos están poniendo a la palestra pública ante los grupos paramilitares”.
Más adelante reconoció que “en las zonas donde el movimiento guerrillero tiene influencia y dominio del territorio, entonces son la autoridad de la zona”. E ilustró: “Yo, por ejemplo, estaba de presidente de la junta y entonces llegó un mando guerrillero a la vereda y me dijo, bueno, esos caminos están muy abandonados, convoque a reunión a todos los afiliados y comience a limpiar los caminos”. “Entonces, miren a ver, toca limpiar los caminos”. “Pero a mí no me parece malo, ni eso está en contra de la población, que cuando el Estado no invierte en el arreglo de las vías lo tenga que hacer uno mismo. Y es el movimiento (Farc) el que está controlando que los caminos estén en buen estado. Eso nos beneficia a los que vivimos en la vereda”.
LA MANO DE CHÁVEZ
No podía dejar de preguntar por Hugo Chávez. “Lo que ocurre con Chávez es que uno tiene que decir que en América Latina, en los actuales momentos, las condiciones están cambiando”. Mencionó inmediatamente Bolivia, Ecuador y Argentina. “Yo he tenido la posibilidad de estar en Venezuela, de ver el proceso, por ejemplo, de reforma agraria, una reforma agraria real”. “Podría decir que bienvenido ese proceso, pero aclarando que el de Venezuela es un proceso aparte y el de nosotros tiene que ser un proceso distinto”.
¿Ha recibido apoyo en algún momento del gobierno venezolano? Hay procesos que si lo han recibido. “Se está recibiendo específicamente en educación. Hay becas que ha otorgado para organizaciones populares en el país. También con salud a través de la misión Milagro”, pero para las movilizaciones campesinas lo negó.
Frente a la pregunta sobre persecuciones a Fensuagro, Mendoza relató que el ejército lo detuvo en su finca el 25 de junio de 2003 acusándolo de rebelión. Lo llevaron a la base militar y “32 horas después, con la presión de aquí de la organización de derechos humanos y de un periodista internacional que se hizo presente, Dick Emanuelsson, del diario Liberación, me dan la libertad”. Es público que Emanuelsson es un periodista con acceso a las Farc, pluma preferida de ANNCOL y fuentes oficiales lo señalan de militante del grupo terrorista. Sorprende que como excusa el sindicalista añadiera que para esa época “ejecutaba un proyecto con el Banco Mundial”.
Al final enfatizó que “nosotros no tenemos el primer compañero, miembro de la organización, que haya sido sentenciado, los tienen un tiempo y los tienen que dejar en libertad porque no se les ha comprobado nada”.
¿PARA DÓNDE VAN?
“Mire, el proceso va y sigue. Nuestra intención es que esta Coordinadora Agraria, Obrero y Popular tiene que ser una organización inmensa, donde logremos concretar a todos los sectores” para “construir un gobierno de amplia representación popular y democrática”. Interrogué: O sea… ¿ustedes apuntan al 2010? “Al 2010 o no sé cuando, de pronto antes”.
Musité, refiriéndome a Uribe: ¿Ojalá que se cayera antes, o qué? “Bolivia y Ecuador no esperaron hasta que el marco constitucional diera para renovar. Y yo creo que al pueblo colombiano nos está haciendo falta eso”. Lo que acababa de escuchar me hizo recordar el Manifiesto de las FARC, publicado tan solo dos semanas antes de las marchas campesinas.
No obstante, el camarada del negro Antonio, para concluir la charla insistió: “no tenemos nada que ver con el movimiento insurgente de Colombia. Nosotros no tenemos la culpa de coincidir en los planteamientos políticos que hacemos con los que tenga el movimiento insurgente. Quienes estamos ahí somos organizaciones legalmente constituidas, no somos delincuentes, no tenemos ordenes de captura, no tenemos nada de eso, somos personas totalmente legales”. Al final, pensé, como dice el dicho, “a la gente hay que creerle”.
*Entrevista concedida a Rafael Guarín, director de la Revista AHORA.
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