Jorge Giraldo Ramirez
El Colombiano, Medellin
Noviembre 30 de 2009
Esta semana el presidente de Venezuela se lamentó públicamente de la condena a cadena perpetua que padece Carlos Illich Ramírez en Francia. Eso ha llevado a una protesta diplomática del gobierno francés ante el venezolano. No sobra recordar que Ramírez, conocido mundialmente como El Chacal, fue el protagonista de varias oleadas de atentados terroristas en Europa en los años 1970 y 1980. Su carrera está ampliamente investigada en libros y documentales. Casualmente o no, las declaraciones de Chávez se hicieron en el contexto de la gira del presidente iraní Ahmanidejad por Suramérica, quien paró en Caracas, La Paz y Brasilia. Todo esto en momentos en los que Estados Unidos y Europa aprietan tuercas a Irán por su proyecto nuclear, y cuando otras potencias como China e India parecerían empezar a preocuparse con el mismo. ¿Hay conexión entre los dos hechos?
Illich Ramírez desarrolló su militancia armada en grupos europeos con fuertes vínculos con partidos y gobiernos radicales del norte de África y Oriente Medio. En términos políticos, la ideología de Ramírez era comunista, mientras los partidos y gobiernos de los estados árabes eran nacionalistas. Todos se identificaban en que eran laicos y revolucionarios. Los gobiernos comunistas de Europa respetaban, en líneas generales, el principio de no intervención, así que las acciones armadas de grupos armados privados europeos necesitaban otros apoyos y los encontraron en aquellos países con gobiernos anti-occidentales. Una vez preso, y hace más de diez años, Ramírez se convirtió al Islam. No sabemos si hubo motivos religiosos o fuerzas místicas en su decisión. Lo que sí sabemos, y esto por un libro suyo publicado en Francia y que se titula "Islam revolucionario", es que Ramírez siguió buscando una ideología política y la encontró en el extremismo musulmán. Según el español Jorge Verstrynge, lo que aparece como proyecto de Ramírez y otros ideólogos y líderes políticos es la unión entre comunismo e islamismo. Para ello puede consultarse el libro de este señor titulado "La guerra periférica y el islam revolucionario" (El Viejo Topo, 2005).
Pero volvamos a Venezuela. Chávez, como cualquier gobernante, puede buscar sus aliados en cualquier parte del mundo. En el marco de una geopolítica antiyanqui, candidatos sobran. Pueden entrar los chinos o los rusos. Pero lo cierto es que Chávez ideológicamente ha elegido a Irán. Eso es congruente con la retórica anti-israelí y el crecimiento del antisemitismo en Venezuela. Tenemos, entonces, dos ingredientes: socialismo del siglo XXI, que es igual al trasnochado comunismo cubano, y extremismo islámico. Añádale otros dos: una estrategia de apoyar insurgencias políticas y militares en otros países, más un armamentismo desaforado. Lo que tenemos en frente es un peligro real. Un gobierno chavista que ejecuta acciones de agresión militar y económica que ya les ha costado la muerte y el desplazamiento a miles de colombianos. Por eso resulta tan peligrosa la ingenuidad de aquellos que confunden a Chávez con El Chavo. Que nos quieren hacer creer que se trata de un payaso inofensivo.
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