miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Policía, a Mininterior?

Mario López Castaño

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 9 de 2009


La opinión pública fue sorprendida recientemente con ese nuevo intento o escaramuza en el sentido de que la fuerza policial sea adscrita al Ministerio del Interior y de Justicia o, en su defecto, crear otro tipo de ministerio para el control de ese mismo cuerpo armado. Resulta por ahora inconveniente, por no decir descabellado, que en pleno auge de la seguridad brindada al país por el esfuerzo mancomunado de las fuerzas armadas, bajo el control del Ministerio de Defensa, se pretenda sustraer a la Policía de un ministerio que le ha imprimido disciplina, apoyo logístico y administrativo, y sin el cual la Policía posiblemente no tendría el alto índice de crecimiento e imagen nacional e internacional.

Como bien se conoce, por Decreto Ley 2335 de 1971 (artículo 27), el Ministro de Defensa Nacional ejerce, por intermedio del Director General, las funciones de dirección, organización, administración, inspección y vigilancia de la Policía Nacional. Pese a que la naturaleza jurídica de este cuerpo es de carácter civil y no militar, integra las Fuerzas Armadas de la Nación o Fuerza Pública.

Pretender desligar del Ministerio de Defensa a la Policía para adscribirla al ministerio de la política, con el único argumento de ser un ente civil, es correr riesgos innecesarios en la actual y difícil coyuntura interna, como el ocurrido durante la violencia política pasada, cuando la policía, dividida y presa de la política partidista, de su indisciplina y corrupción, tuvo activa participación en esa tragedia nacional con el mote de policía chulavita (conservadora) y policía cachiporra (liberal). Al contrario de aquella época aciaga para la Policía Nacional, hoy, bajo el control jerárquico del Ministerio de Defensa, actúa de la mano de las tres fuerzas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) en la lucha contra las diferentes expresiones de violencia, y por ello no es de extrañar que extienda su accionar, no solo en el área urbana, sino en la rural con visibles éxitos operacionales. Otro de los reveses que surgiría del cambio de dirección es el de la dualidad de controles operacionales por parte de dos ministerios, lo cual dificultaría la acción del Presidente de turno como comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

Mientras subsista la difícil situación de desorden público interno y los problemas con los países vecinos, especialmente con Venezuela, es inexplicable que siempre desde la burocracia de la cartera política salga la inoportuna idea de cambiarle el control a la Policía, la cual viene coadyuvando definitivamente a sortear la situación interna y externa del Estado. A este respecto, hace mas de dos décadas, desde el Ministerio de Gobierno de la época, surgió la iniciativa de que se le adscribiera el control de la Policía a dicha cartera, lo cual produjo el inmediato rechazo de los generales activos y retirados de esa institución, quienes argumentaron que, bajo la sombra del Ministerio de Defensa, la institución armada había encontrado el norte hacia el progreso y la verdadera profesionalización. Por otra parte, las reacciones políticas a la reciente idea de pasar el control de la Policía al Ministerio del Interior fueron coincidentes en que no es conveniente dicho cambio en las actuales circunstancias de orden público.

Queda, entonces, esperar, que la ambición de poder del Ministro del Interior del momento al querer asumir el liderazgo de la Policía Nacional ceda a las necesidades de seguridad del Estado, por cuanto solo en las democracias más desarrolladas, libres del apremio de la violencia, se justificaría el control de aquella por parte de las carteras políticas.

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