Carlos Andrés Pérez
El colombiano, Medellín
Diciembre 12 de 2009
Nada le sirve al grupo de mesías latinoamericanos comandados desde el Palacio de Miraflores en Venezuela. A las elecciones que acaban de pasar en Honduras, con alta participación y legitimadas por las fuerzas vivas (empresarios, medios de comunicación, Iglesia, entre otros); hay que sumarle la disposición del presidente electo, Pepe Lobo, de cumplir a cabalidad el Acuerdo de Tegucigalpa/San José, que es la exigencia principal de la comunidad internacional para reconocer al nuevo gobierno.
Este acuerdo incluye la necesidad de que el presidente golpista Roberto Micheletti renuncie a su cargo y se conforme un gobierno de unidad nacional para que termine el actual período que va hasta el 27 de enero cuando se posesionará Lobo.
Sin embargo todos los presidentes que han sido financiados por Chávez y que se encuentran de vez en cuando para hacerle eco a la voz de su líder, emitieron un comunicado en el que se niegan a reconocer la voluntad de los hondureños y, sin posibilidad de darle paso al perfeccionamiento de este acuerdo, decidieron que no validarán un gobierno diferente al de Manuel Zelaya.
Está más que hablado que el golpe perpetrado por los militares pertenece a épocas que creíamos superadas y es incuestionable que de los actos cometidos ese 28 de junio deberían rodar cabezas para pagar la lamentable parálisis en la que se ha sumido el país desde el cambio de gobierno. Pero lo que no se puede seguir justificando es el bloqueo en el que está sumido el pueblo hondureño: los programas de ayuda están congelados y se mantienen suspendidos todos los créditos con organismos multilaterales como el BID y el Banco Mundial. ¿Lo sufre Micheletti o Zelaya? Claramente no. Lo padecen los millones de personas que pagan las relaciones de poder, a veces tan insensatas y difíciles de entender.
Hizo muy bien el Presidente Álvaro Uribe al reconocer las elecciones y tender una mano al nuevo gobierno. Igualmente lo han hecho otros mandatarios y unos más piden que se cumpla el Acuerdo de Tegucigalpa/San José para ponerle fin a la interinidad.
Mientras eso pasa en un país desangrado por la pobreza y la corrupción, los líderes de Mercosur aupados por el socio petrolero-capitalista prefieren que sigan congelados indefinidamente los millones de dólares que se dejan de recibir en apoyo extranjero para los hondureños de a pie, antes que ver a uno de los suyos dejar el poder.
P.S.: Ojalá los ex secuestrados de las Farc que hoy aspiran al Congreso no se aprovechen de la simpatía recibida a raíz de su tragedia, para ponerla al servicio de una causa política sin mayores fundamentos que su historia personal. Ahora que decidieron recorrer el difícil camino de los votos volverán a tener atención, pero esta vez mucho más crítica.
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