Editorial
El Heraldo, Barranquilla
Febrero 1 de 2010
Chávez, el orate fortachón del vecindario, está herido. No de muerte, porque su régimen está bien armado y es sólido, pero al menos mucho peor de lo que jamás ha estado.
Ya sus niveles de aprobación popular bajaron del 50 por ciento, las protestan se recrudecen, al economía se debilita y la inconformidad del pueblo venezolano parece aumentar cada día.
Hastiados como estamos los colombianos después de toda la cruzada verbal de Chávez contra Colombia, y de la peor de las ofensas, que es la de haber roto las relaciones comerciales, las noticias de la debilitación del mandatario venezolano constituyen sin duda un alivio.
Tal parece que la marcha de la revolución chavista emprende un camino cuesta arriba. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar Herbert Koeneke asegura que hay “un repudio a las medidas poco democráticas de Chávez”.
El eminente profesor descarta que a los estudiantes los asista un ánimo golpista, recalcando más bien que ellos han llegado a la conclusión de que en Venezuela simplemente “no hay futuro”.
Ahora bien, si antes, ante cada andanada verbal de Chávez, Colombia tenía motivos para preocuparse, es indudable que ahora las posibilidades de una conflagración bélica aumentan. Ya lo ha dicho el gran Mario Vargas Llosa, quien lanza la voz de alerta de que un Chávez herido puede reaccionar aún con más virulencia que antes, entreviendo serias posibilidades de que ataque a Colombia.
Es ahora, entonces, cuando más preparado debe estar nuestro gobierno, jamás relajarse ante la consideración inminente de que el reinado del orate haya entrado en declive.
De otro lado, sabemos muy bien de las conexiones que existen entre la realidad política venezolana y la del actual gobierno colombiano. Mientras más se debilite Chávez, más se afectará la posibilidad de una reelección de Uribe, como quiera que al segundo se le percibe como la ‘contra’ blindada contra las agresiones del primero. Eso quiere decir que también habrá movidas en Colombia y hacia ellas hay que mantener las alertas encendidas.
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