viernes, 1 de mayo de 2009

Empleo y consumo sostenible

Por Carlos H. Fonseca Z*

El Colombiano, Medellín

Mayo 1 de 2009

Recientemente, el director de Fedesarrollo propuso "flexibilizar" el salario mínimo, dejando su monto al arbitrio de la oferta y demanda y minimizando los aportes parafiscales, para prevenir más desempleo; el gobierno propuso a su vez brindar créditos para la compra de vehículos y electrodomésticos para incentivar la demanda. Estas propuestas merecen reflexión tanto a nivel pragmático como ético.

Una alumna destacada de La Colegiatura Colombiana en Medellín estudió el consumo de alimentos de los habitantes del Valle de Aburrá y encontró que los más pobres ingieren cada vez menos carne, frijoles, hortalizas y frutas y que el régimen de dos comidas al día es la norma en los estratos más bajos. En Bogotá, el arriendo de una vivienda" lúgubre, húmeda y sin ventilación, a medio construir, en El Tintal, es de $200.000 pesos. El empleo informal supera ampliamente el empleo formal y el monto recibido no alcanza para alimentar y sostener dignamente una familia. La reproducción de la mano de obra está en duda.
Adicionalmente, las consideraciones éticas son cada vez más importantes si queremos un mundo sostenible. Hoy más que nunca necesitamos que los países industrializados cumplan con sus aportes a los países menos "desarrollados", puesto que un dólar invertido en un pobre es mucho más significativo que uno recibido por alguien de mayor ingreso y por la obligación moral de atender a los más necesitados en una crisis que fue creada por las economías y sociedades adineradas; sobra recordar la monstruosa diferencia entre los gastos de la guerra y los de ayuda.

Podríamos ofrecer disminuir un poco las ganancias de los propietarios o de los salarios de los altos ejecutivos o revisar los costos de las materias primas, la energía y el agua, así como los costos de transacción representados por los permisos y procedimientos que cumplir. El precio de la electricidad se dejó subir al nivel de generación térmica sin promover realmente el uso energético eficiente.

La baja productividad de las pequeñas y medianas empresas colombianas es preocupante; las Pymes tienen el 25% de la productividad de las grandes empresas colombianas y éstas, a su vez, están atrás a nivel mundial.

Es urgente aumentar la productividad y la competitividad de las Pymes colombianas. Es la hora de las universidades. Ante la difícil coyuntura actual; los estudiantes y profesores deben abrirse a la sociedad, participando en los esfuerzos de mejoramiento productivo.

En ese sentido, esfuerzos como los de Interactuar, de asesoría y financiación de las microempresas o programas de ahorro y uso eficiente de energía, agua y materias primas como lo hace el Centro Nacional de Producción Más Limpia o los que están diseñando el parque tecnológico de Antioquia y Comfenalco para las pequeñas empresas, son acciones en el camino correcto.

En cuanto a la demanda, la ampliación de los subsidios de vivienda y préstamos para instalar en las viviendas sistemas de ahorro de agua y energía, calentadores solares, celdas fotovoltaicas que permitan amortizarse lentamente y reduzcan el pago mensual de los servicios públicos, crearían nuevos puestos de trabajo e ingreso, con la ventaja de disminuir los subsidios a las empresas de servicios públicos, al decrecer el consumo de los estratos más bajos. Programas masivos de agricultura urbana con cultivos orgánicos en las terrazas, los techos, los solares, desarrollados por mujeres cabeza de familia y garantizados mediante "compras estatales" para brindar alimentos más sanos y seguros en los comedores escolares y en los hospitales impactarían más la calidad y la dignidad de la vida, el ingreso de los pobres y la solidaridad social. 

*Gerente Parque Tecnológico de Antioquia

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