Por Mario López Castaño
El Tiempo, Bogotá
Mayo 2 de 2009
En el marco de los sistemas que han regido las sociedades, tres grandes bloques aglutinan las diferentes expresiones ideológicas. Ellos son: la democracia, la dictadura de derecha y la dictadura de izquierda o totalitaria. Es hacia esta última hacia la cual se aproxima Venezuela con el sofisma del socialismo del siglo XXI y al que, al decir del presidente Chávez, se llegará como culminación de su revolución en marcha. Lo que debe entenderse es que, en el fondo, el régimen totalitario o dictadura de izquierda que se vive en Cuba es el paradigma sobre el cual Chávez transita, fiel a la orientación de su maestro, Fidel Castro.
El totalitarismo crea un partido único y hace de su líder un mito, con el cual un reducido grupo se adueña del poder y proscribe todas las libertades individuales y somete a la sociedad a través del espionaje de Estado. Este régimen es originario de las sociedades comunistas y es el que se está gestando en Venezuela, lo cual tiene sustento en diferentes hechos.
Después de los fracasos electorales del referendo y de las elecciones de gobernadores y alcaldes, el 7 de diciembre del 2007 y 23 de noviembre del 2008, Chávez forzó un nuevo referendo y, mediante una estrategia maquiavélica, logró el pasado 15 de febrero, a través del PSUV (Partido Socialista Único Venezolano), recuperarse de las derrotas electorales y retomar el rumbo de la revolución, basado en su certeza de una reelección indefinida y en función de su proyecto totalitario.
Consciente de su frágil liderazgo frente a una sociedad polarizada, inició una campaña política contra la oposición sin precedentes en la historia venezolana. En primer lugar, los más visibles opositores, Raúl Baduel y Manuel Rosales, fueron objeto de una persecución política hasta alejarlos de la escena política. En segundo término, para iniciar la recuperación de las más importantes gobernaciones y alcaldías perdidas en la justa electoral del 23 de noviembre pasado, le asestó un golpe mortal a la descentralización, característica especial del Estado Federal, para lo cual, mediante una ley amañada, despojó de su autonomía administrativa en aspectos fundamentales a los gobernadores y alcaldes opositores.
Consecuente con otro de los métodos totalitarios, el presidente Chávez le cambió el nombre a la organización civil Milicia Nacional de la Reserva, por el de Milicia Nacional Bolivariana, encargada de la arrolladora ofensiva contra quienes se oponen a la revolución, según pronunciamiento del mismo mandatario. Por otra parte, la libertad de prensa acusa graves restricciones y hay amenazas de cerrar el Canal Globovisión por sus críticas al Gobierno. Ahora, gran desconcierto causó Chávez en la opinión pública por su falso acercamiento al presidente Obama en la reciente Cumbre de las Américas, con lo cual logró cerrar los probables obstáculos de Estados Unidos a su aventura totalitaria, ya que la secretaria de Estado Hillary Clinton se acaba de manifestar públicamente en contra de una intervención de su país en los asuntos internos de Venezuela.
Surgen entonces las expectativas en torno al progresivo e indetenible, por ahora, proceso hacia el totalitarismo de la sociedad venezolana, a no ser que la oposición, caracterizada por su tradición democrática y el nivel cultural de quienes la conforman, neutralice, más temprano que tarde, a través de un único líder, las aspiraciones reeleccionistas de Chávez a partir de las elecciones del 2012, porque, de lo contrario, el camino hacia el totalitarismo o dictadura de izquierda estará plenamente despejado en el hermano país.
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