Mario López Castaño
El Tiempo, Bogotá
Octubre 5 de 2009
En columna anterior se ha señalado que la división ideológica en el interior de una colectividad partidista la conduce al fracaso como proyecto político y, desde luego, como opción de poder. A este respecto, es justamente lo que ocurre en el Polo Democrático Alternativo, donde, a diferencia de los otros partidos, existen dos marcadas vertientes ideológicas: la izquierda radical y la izquierda moderada, causantes del fracaso electoral de su pasada consulta interna, y lo que es más grave, de la derrota y marginación política de su máximo dirigente y mal perdedor, Carlos Gaviria. Pareciera entonces que en términos de exageración, la expresión "Alternativo" correspondiera a dos variables en su ideología y no a una opción distinta a la de los dos partidos tradicionales. El enfrentamiento ideológico en el seno del Polo hizo metástasis al dividirse la opinión del Polo en dos proyecciones presidenciales. De un lado, quienes aspiran, con candidato propio, a la elección hasta que culmine la primera vuelta; y. por el otro, aquellos que propugnan, desde ya, por las alianzas para enfrentar a Uribe como candidato reeleccionista.
El reñido resultado de la consulta, en la cual fueron protagonistas Petro y Gaviria, como líderes de las dos tendencias ideológicas y proyecciones presidenciales, es fiel reflejo del profundo y tal vez irreconciliable enfrentamiento que se registra en el Polo. Ahora, es coincidente que a la crítica reiterada sobre la actitud pasiva de Carlos Gaviria frente al presidente Chávez y a las Farc, este grupo armado, a través de Noticias Anncol, haya calificado el triunfo del senador Petro como una manifestación derechista en favor del gobierno de Uribe.
En el entretanto de la polarización y disputa por el poder en el Polo surge quizás el más grave problema de dirimir, como lo es la elección del presidente de la colectividad. La lógica política indica que quien sea el candidato presidencial debe asumir la jefatura del partido, en función del control y la unión hacia un mismo propósito; pero ello no ocurre así, puesto que los líderes más caracterizados del ala radical del Polo, Dussán, actual presidente hasta el 15 de octubre; Robledo y los hermanos Samuel e Iván Moreno rechazan de plano una eventual presidencia de Gustavo Petro, bajo el argumento de que los estatutos del partido no dicen nada al respecto; por lo pronto, el Comité directivo del Polo se limitó a darle a Petro una fría felicitación por su triunfo en la consulta. De esta actitud se desprende la gravedad de una polarización.
Para buscarle una salida a la crisis de la presidencia del Polo fue nombrada una comisión de compromisarios con un perentorio plazo para que resuelvan o propongan lo pertinente, además de las reglas y estrategias para la campaña presidencial del 2010, dependiendo, lógicamente, de las facultades que les hayan sido otorgadas. Por el bien de la colectividad partidista, se espera que de la conformación paritaria de la comisión salga una decisión que distensione el agudo enfrentamiento que acusa el Polo. En cuanto a su futuro como opción de poder, se presagia su rotundo fracaso electoral en la próxima contienda presidencial mientras subsista la desnaturalización de su ideología, que la ha llevado a ser cuestionada por los vicios más perniciosos de la política partidista, como son el clientelismo y la corrupción. De otra parte, si al Senador Petro se le obstaculiza su labor de acercamiento con la disidencia radical de su movimiento, el Polo progresivamente se alejará del escenario político como alternativa de poder.
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