martes, 13 de octubre de 2009

Honrados por la herencia hispana

Editorial

El Mundo, Medellín

Octubre 13 de 2009

Aquí no renegamos de nuestra herencia española y si tuviéramos que tomar partido lo haríamos por la solidaridad con lo hispánico.

Este 12 de octubre se celebró el ‘Día Internacional de la Raza’ en la mayoría de los países hispanoamericanos, en Estados Unidos y, por supuesto, en España, donde se llama ‘Día de la Hispanidad’, en conmemoración de aquel célebre grito “¡Tierra, tierra!” del marinero Rodrigo de Triana, en 1492, después de dos meses de la azarosa odisea del gran Almirante Cristóbal Colón, que culminó con el descubrimiento del continente americano y que marcó el destino, para bien o para mal, de todos los que hemos nacido aquí bajo la égida de la Madre Patria.


Al coronel-presidente Hugo Chávez se le ocurrió hace siete años violentar la tradición y falsear la historia; borró de un plumazo el decreto presidencial de Juan Vicente Gómez de 1921 y, mediante decreto del Ministerio de Educación, estableció que el 12 de Octubre ya no sería más el ‘Día de la Raza’ sino el ‘Día de la resistencia indígena’. Dos años después del ‘revolucionario’ decreto, una turba de fanáticos chavistas resolvió celebrar el ‘Día de la resistencia indígena’ derribando una estatua de Cristóbal Colón, enclavada en un céntrico paseo de Caracas, y realizando dizque un "juicio público" contra el Almirante genovés, por considerarlo “culpable de haber iniciado el genocidio de indígenas en América Latina”. Y hace un año, por estas calendas, Chávez dijo que "habría que invitar a los gobiernos de nuestro continente, del Caribe, de América Latina, a que revisemos la historia y no sigamos rindiendo culto, tributo y honores a quienes perpetraron el más grande genocidio que se recuerde… ¡Qué vamos a seguir hablando nosotros del descubrimiento de América! (...) El genocidio de los pueblos indígenas fue lo que comenzó el 12 de octubre de 1492". Aparte de eso, se atrevió a increpar públicamente al Papa Benedicto XVI, exigiéndole una disculpa por el comportamiento de España y la Iglesia en América.


No hay nada original, sin embargo, en la falaz postura del coronel Chávez, pues ‘La Leyenda Negra’ – como se llama un libro del historiador español Julián Juderías – según la cual los españoles vinieron fue a saquear el oro y las riquezas de América y a exterminar a los aborígenes, se remonta a los tiempos de la Reforma protestante, a mediados del siglo XVI, cuando, “dada la identificación que entonces existía entre España y la Iglesia Católica, desprestigiar a una repercutía en la otra”. Vale la pena citar a una opositora de Chávez, la escritora y columnista Martha Colmenares, directora del Grupo 11 “Queremos saber”, por la justicia de los crímenes y presos por razones políticas desde 1999 y contra el terrorismo: “Según esta historiografía surrealista, los sacrificios humanos perpetrados por los mayas y aztecas, en los que se arrancaban los corazones palpitantes de los tlaxcaltecas y demás tribus sometidas, o el canibalismo practicado por los indígenas caribeños, eran muestras elevadas de civilización. Por otra parte, no se reconoce absolutamente nada de la obra de España en América, aunque esté a la vista en cada ciudad hispanoamericana, en la forma de plazas, ayuntamientos, catedrales y universidades. O en la transmisión de los más preciados tesoros culturales, como son el lenguaje, la ciencia, la literatura y las demás artes. O, más evidente todavía, en la inédita práctica del mestizaje, inducida directamente por la Corona”.


Andan muy despistados quienes defienden esa especie de cosmovisión indiocentrista, promovida hasta la exacerbación por Chávez y sus socios del Foro de Sao Paulo y que hace carrera, inclusive en nuestras páginas, de absoluto rechazo a la herencia española y de exaltación de la “raza indígena”, víctima del supuesto “holocausto americano” hace 517 años. Una cosa es reconocer los derechos y exigir un buen trato a las minorías indígenas – en Colombia es muy alta la participación que se les da, sobre todo a partir de la Constitución del 91 – y otra muy distinta, solidarizarnos con ellos para lo que no están pidiendo, que es una guerra contra los hispanohablantes. Ni siquiera en Bolivia, donde son mayoría y democráticamente han llegado al gobierno, están en plan de pedir una especie de juicio contra España.


Aquí no renegamos de nuestra herencia española y si tuviéramos que tomar partido lo haríamos por la solidaridad con lo hispánico, una de cuyas más emotivas manifestaciones pudimos observar el domingo por la televisión, cuando miles de inmigrantes de Colombia, El Salvador, Bolivia, México, Puerto Rico, Cuba, entre otros países latinoamericanos, desfilaron por la Quinta Avenida de Nueva York, agitando banderas y mostrando lo mejor de su folclor, sus bailes y sus vestuarios tradicionales, en una festiva y multitudinaria celebración del Día de la Hispanidad. Allí estuvo, por primera vez, la alegría y el colorido del Carnaval de Barranquilla, representado por un grupo de 80 alumnos y profesores de la Universidad Simón Bolívar. Eso sí merece un aplauso, eso sí es un triunfo y un paso adelante, porque es allá donde tenemos que ir consolidando el poder de lo que somos los latinoamericanos hispanohablantes.

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