domingo, 18 de octubre de 2009

Oscar Arias: lo peor que le puede ocurrir en Honduras

Jorge Ramos

El País, Cali

Octubre 18 de 2009


Para Óscar Arias, el presidente costarricense, lo que ocurrió el 28 de junio en Honduras sólo tiene un nombre: golpe de Estado.

“Un golpe, aunque se vista de seda, golpe se queda”, citó Arias recientemente en un discurso.

Pero Arias, quien ha sido uno de los mediadores en el conflicto hondureño, aún tiene la esperanza que la democracia regrese a ese país centroamericano y que el ejemplo golpista no se propague por toda la región.

“Lo peor que puede ocurrir en Honduras es que no haya un clima de tranquilidad para poder llevar a cabo el proceso electoral”, me dijo Arias en una reciente entrevista vía satélite desde su casa en San José.

El Presidente ya se había recuperado del virus AH1N1 y de una afección en las cuerdas vocales que lo había dejado sin el poder de hablar en público por meses.

“Y lo segundo peor”, siguió, “es que por no darse ese clima de tranquilidad, la comunidad internacional no reconozca al ganador de esas elecciones y continuemos aislando a Honduras del resto del mundo”.

“¿Usted reconocería al ganador de las elecciones del 29 de noviembre?”, le pregunté.

Pero prefirió no contestar.

“En mi condición de mediador yo prefiero no emitir una opinión en estos momentos”, respondió.

Estados Unidos, el principal socio comercial y militar de Honduras, y la Organización de Estados Americanos (OEA), han dicho que no reconocerían el resultado de esos comicios.

El punto central del llamado Acuerdo de San José, negociado en la propia casa de Arias, establece el regreso de Manuel Zelaya a la presidencia. Pero el gobierno interino de Roberto Micheletti se ha negado a hacerlo. Y algunos allegados a Micheletti han acusado a Arias de tomar partido a favor de Zelaya.

“¿Ha perdido usted su objetividad?”, le pregunté.

“No lo creo”, respondió. “Pero de igual manera este papel de mediador siempre es injusto. Yo hago lo que la conciencia me dice y que sea en el mejor interés del pueblo hondureño... Yo no me saqué el acuerdo de San José como un conejo de un sombrero.

Arias, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 1987, trató de convertir a Centroamérica, hace dos décadas, en la primera zona desmilitarizada del mundo. Costa Rica es un país sin ejército. Pero su ejemplo no se ha extendido a otros países latinoamericanos.

“Nunca me imaginé que volviéramos a tener golpes de Estado aquí en Centroamérica”, comentó sobre el caso hondureño. “Esto lo único que hace es alentar a otros ejércitos (a hacer lo mismo)”.

Arias gobernó Costa Rica de 1986 a 1990 y, tras cambiar la Constitución, se reeligió. Sin embargo, él había sido un duro crítico de la “propensión de nuestros gobiernos de reescribir las constituciones políticas cada cinco años”.

¿No es esta una contradicción? ¿Acaso no hizo exactamente lo mismo que antes había criticado?

“No necesariamente”, contestó. “Lo que aquí sucedió es que una sala constitucional consideró que negarle el derecho a un costarricense de ser presidente, por el simple pecado de haber sido presidente, era una violación a los derechos humanos más elementales. Fue la Corte Suprema de Justicia la que modificó la Constitución”.

De hecho, más que la Constitución de Costa Rica, la que le preocupa a Arias es la de Honduras.

“Yo sí he dicho que esta Constitución hondureña es un verdadero adefesio”, dijo. “Uno se pone a buscar cuál constitución es peor que ésta y yo pienso que en el mundo no hay ninguna otra. Una constitución donde no se permite hacerle un juicio político al presidente y que no deja más remedio que darle un golpe de Estado, bueno, esa constitución no se la merece ningún pueblo. Ciertamente tarde o temprano tendrán que modificar muchas de esas cláusulas”.

Pero antes de cambiar su Constitución, Honduras tiene que resolver el siguiente dilema: dentro de su territorio hay dos personas, Zelaya y Micheletti, que dicen ser el presidente legítimo del país.

Arias, por su parte, tiene un futuro mucho más claro que el de Honduras.

“¿Le interesa ser el próximo secretario general de la OEA, tras concluir su segundo período presidencial en Costa Rica?”, le pregunté.

“No, no me interesa”, concluyó. “No estaría dispuesto. Gracias”.

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