Editorial
El Colombiano, Medellín
Diciembre 14 de 2009
Si al grave problema de falta de infraestructura para el suministro de agua potable que se registra en gran parte del territorio nacional se le suma un fenómeno climático como El Niño, ahora en pleno desarrollo, la consecuencia más previsible es la que ya empiezan a padecer más de 50 poblaciones colombianas que afrontan racionamientos y escasez del vital líquido.
Un 88 por ciento de los colombianos dispone de algún sistema de suministro, pero más de 10 millones no tienen acceso a un líquido apto para el consumo humano. A la falta de infraestructura en plantas de tratamiento y redes de acueducto, se le suma la carencia del recurso o el mal aprovechamiento, en un panorama que se torna más complejo cuando alcaldes y gobernadores incumplen su obligación de elaborar los respectivos proyectos y tomar la decisión política para suscribir los Planes Departamentales de Agua y Saneamiento Básico, con base en el documento Conpes de 2007 que prevé la respectiva financiación.
Quizás por creer que el agua nunca nos va a faltar, por ser la séptima potencia mundial en riqueza hídrica, el país no se ha preparado a conciencia para aprovechar bien este recurso vital, pero escaso, que significa calidad de vida en términos de salud pública, pero también equidad, por saber que si bien muchos obtenemos agua potable con solo abrir el grifo, en muchas poblaciones no se dispone de ningún sistema de abastecimiento, con lo que ello significa en términos de desarrollo humano.
Ahora que los ríos pierden su caudal ante la manifestación plena del fenómeno del Niño, que se hará más fuerte en los próximos meses y que quizá también retrase las aguas de abril, volvemos a hacer hincapié sobre la necesidad de desarrollar en el país una cultura del agua. El inminente racionamiento que se presentará en buena parte del territorio nacional nos tiene que conducir a pensar en alternativas educativas para que por fin los colombianos aprendamos a utilizar racionalmente el agua. Y no sólo en épocas de escasez, sino incluso cuando no hay Niño que nos amenace o se anuncien drásticas sanciones para quienes malgasten o consuman más de lo debido.
Es hora también de insistir en la necesidad de una mayor voluntad política de los alcaldes y concejos para avanzar en la consolidación del Plan Departamental de Agua con financiación del Gobierno Nacional, departamento y municipios, para el mejoramiento de los sistemas de acueducto y alcantarillado.
No solo a los dirigentes les cabe una enorme responsabilidad en el mejor aprovechamiento de este recurso, con Niño o sin él. También los ciudadanos, en acciones individuales y concretas, tenemos que asumir con responsabilidad el uso racional del agua en el lavado de automóviles, riego de jardines, aseo del hogar, y ante todo ir asumiendo que si bien somos ricos en agua, somos pobres e incultos en su aprovechamiento, pues olvidamos las terribles inequidades que se registran frente a regiones que sufren por la falta de agua, aquí en Colombia y en el mundo.
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