Darío Ruiz Gómez
El Mundo, Medellín
Diciembre 14 de 2009
Si uno analiza, apenas por encima, sin entrar en profundidades, lo que las reuniones del Mercosur, del Alba, la OEA, reflejan, es desconcertante por la medianía de sus protagonistas y por la sustitución de los problemas reales por una retórica grandilocuente de supuestas reivindicaciones étnicas y sociales bajo las cuales se disimula un particular y peligroso manejo de la política, sojuzgada y manipulada ésta, bajo el poder de una nueva economía que permite, con el cinismo más descarado, que se persiga a la prensa, se considere peligrosos a los medios de comunicación, se atropelle la propiedad privada, para ir colocando en su lugar un capitalismo de Estado cuyos intereses están siendo manipulados por una minoría, sin que sus beneficios redunden sobre los pobres y enfrenten el drama de la miseria.
Y no sólo el drama de la miseria sino las formas ocultas en que una etnia ha sometido a otras por considerarlas inferiores, en que muchas de estas etnias, aculturadas por el narcotráfico, asesinan a sus propios miembros. Desaparecidos los ideales que brindaban un horizonte y forjaban una ética, los nuevos revolucionarios aparecen en medio de una sociedad líquida para la cual los valores de la civilización no cuentan para nada. A través de los años la democracia, paradójicamente, ha permitido que la corrupción enriquezca a las minorías sindicalistas, a la izquierda parlamentaria, de manera que cuando se habla hoy de socialismo, este simulacro que ha convertido el terrorismo en un efecto de distracción, solo busca efectos inmediatos.
¿Han planteados estas asociaciones el crimen de lesa humanidad que supone el secuestro a nombre de justificaciones políticas? Confundir la cultura con un folclor amañado, es convertir al indígena, tal como lo he venido repitiendo, en una figura al uso de esta monstruosa demagogia.
¿No estamos viendo en este desolado panorama los efectos de un largo y dispendioso trabajo de destrucción de la enseñanza, de la universidad, iniciada por el castrismo? ¿No nos damos cuenta ahora de la manera sistemática en que en la escuela, el colegio se fueron sustituyendo los valores universales por un adoctrinamiento político cuyo resultado es este presente de mediocridad?
Mújica, el nuevo presidente de Uruguay, viene a engrosar la galería de los Chávez, Evos, Moratinos, etc. Sacado de su granja, ex guerrillero, o sea culpable de la represión militar, es colocado por un sector social que cree aun posible recuperar el tiempo perdido de aquellos años de militancia, aplastado finalmente por una derecha despiadada. Nada más peligroso que los entusiasmos tardíos porque evaden el análisis del presente y se refugian en un simulacro social que termina por considerar que la crítica es su enemigo. ¿Nos hemos referido en algún momento al problema de la ciencia, del conocimiento? ¿Pueden imaginarse la enciclopedia que los intelectuales chavistas están escribiendo para excluir a la verdadera tradición del humanismo latinoamericano?
¿Nos estamos dando cuenta de que en Colombia esta silenciosa sustitución de la historia se está efectuando en nuestros centros docentes sin que nadie proteste? ¿Quién podría hacerlo además? Herta Muller, en su discurso preparatorio para recibir el premio Nobel, no ha tenido pelos en la lengua para recordarnos lo que conlleva el totalitarismo de estos mediocres, la traición a la tarea critica del pensamiento por parte de estos oportunistas.
Pero en Caracas todo es posible en este delirio de la irracionalidad, tal como lo acaba de comprobar la llamada izquierda bolivariana en su saludo y reconocimiento a las Farc.
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