domingo, 6 de diciembre de 2009

El verdugo de la izquierda

Sergio de la Torre

El Mundo, Medellín

Diciembre 6 de 2009

Según la leyenda todo lo que tocaba el rey Midas lo convertía en oro. A Chávez le pasa lo contrario: lo que toca lo vuelve estiércol.

La historia reciente de América Latina abunda en ejemplos demostrativos de este aserto, dado que su intervencionismo, allende las fronteras venezolanas, no tiene límites. El hombre no respeta siquiera las reglas de urbanidad, de las que precisamente su compatriota Carreño fue artífice y redactor en un librito memorable que todos leíamos y repasábamos cuando niños. Dicho intervencionismo deviene insano, maníaco, y por lo mismo resulta superior a su voluntad. Como una compulsión, de esas que padecen ciertos vecinos de barrio que, sin que los llamen, andan metiendo las narices en todo, creando conflictos, causando desavenencias, cazando peleas, rompiendo la calma y sembrando el desorden.

El entrometimiento del venezolano, dondequiera que halle la ocasión de armar una facción, dejar su rastro o estampar su huella, hoy resulta exorbitante, agota la paciencia, fatiga el entorno. Colombia es la primera víctima por tener con su país una larga frontera, que se comparte vívidamente. Tan activa que sus habitantes, salvo por el carné que llevan, en la vida cotidiana no distinguen (en verdad poco les importa) a qué lado pertenecen. Y es víctima también Colombia por tener con el país hermano un intercambio comercial que no se puede interrumpir sin que se afecte, en cuerpo y alma, la existencia de dos conglomerados entremezclados.

Colombia es el objeto de su odio más profundo y elaborado, porque no se ha dejado domeñar. El odio a USA no es nada en comparación. En la práctica es meramente declarativo, pura propaganda. No se traduce en actos de desafío, o de agresión física, como los que nos dedica a nosotros, pues sabe que con el Norte la cosa es a otro precio. Y en cuanto a restricciones comerciales (que no se cansa de aplicarnos día a día) la dignidad y coraje de que tanto blasona este gladiador de opereta se esfuma con solo ver que a Washington no le declara el embargo que sí le aplica a Colombia. No le corta el suministro de petróleo, como debería hacerlo si fuera tan genuina y sentida su postura antiimperialista.

En alguna ocasión, ya muy remota, cuando Cuba se enfrentaba en solitario al bloqueo económico y la hostilidad política (esa sí real y efectiva) del gigante norteamericano, Fidel Castro dijo, textualmente, que los Estados Unidos eran una ramera que no podía seducirlo. Pues hoy Chávez no podría decir lo mismo, porque de haber una ramera en escena, en rigor de verdad sería él mismo, que le suministra petróleo al repulsivo imperio a cambio de sus dólares sucios. ¿En qué queda el perfil revolucionario de este farsante que califica a USA y su moneda como la gran amenaza y la maldición de Latinoamérica? De la cual, por lo demás, se asume como portavoz, sin que nadie (ni siquiera los venezolanos mismos, en comprobada y creciente mayoría) le haya encomendado esa vocería.

Decíamos arriba que, descontando a Ortega, Evo y Correa, todo aquel que se aproxima al coronel, o permite que él se le acerque, se autoinmola. Lo que se demuestra en los siguientes casos: en Honduras, el depuesto Mel Zelaya hubiera obtenido del Congreso, desde hace dos meses, la restitución en el cargo de presidente, así fuera corta y simbólica, hasta la terminación de su periodo (que era lo que él en el fondo quería y lo más a que podía aspirar) y con ello habría conseguido lavar su honor y una especie de indulto a sus faltas pretéritas. Pero la sombra del venezolano (quien, con el tino que le es propio, amenazó en junio con invadir a Honduras) malogró ésta, que se perfilaba como la solución más equilibrada a la crisis.

El Méjico el carismático López Obrador hasta un mes antes de la elección presidencial encabezaba las encuestas, pero el inoportuno, ruidoso apoyo de Chávez le dio la victoria a Calderón. Y en Perú el coronel Olanta Humala iba palo arriba, hasta casi superar a Alan García. Más lo asfixió a ultima hora el abrazo del oso cuando Chávez, descontrolado, pasó de un apoyo explicito a las agrestes diatribas contra el otro bando que, supongo, no sabía entonces cómo agradecer tamaño regalo.

Y aquí no sabemos las repetidas visitas a Caracas del senador Dussán, en momentos en que Chávez mas arremetía contra Colombia, cuánto incidieron en la dramática caída del Polo, que de $2.600.000 votos bajó a las niveles que tenía la izquierda hace una década.

Hablando del presente ¿qué sucede en Brasil y Chile, donde pese al abrumador favoritismo de Lula y Bachelet, sus sucesores, a no dudarlo, serán los candidatos de los partidos opuestos?

La izquierda democrática en América está tomando conciencia de que su peor enemigo es este tiranuelo, patético y peligroso, que acaba de reivindicar la memoria del antropófago africano Amín Dada, a quien, si estuviera vivo, le daría la cédula venezolana. Incluso yo diría que el peor enemigo de sí mismo es Chávez. La semana pasada, desde su estrado televisivo, elevó a los altares al peor terrorista del siglo anterior, Ilich Ramírez, ‘el Chacal’, que paga cadena perpetua en Francia. Lo que hizo con ello fue empeorarle sus condiciones de reclusión por efecto de asco y la presión de una opinión pública indignada en toda Europa. ¡Pobre chacalito, con la clase de apoyos que le llegan!

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