miércoles, 9 de diciembre de 2009

En contra de Colombia

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 9 de 2009


La reciente petición hecha por el canciller Nicolás Maduro al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que incorpore en su agenda el caso de Colombia ratifica la intención de Venezuela de proyectar la situación interna del país como una "seria amenaza para la paz y la seguridad internacionales". Esta jugada diplomática del gobierno vecino se suma a las permanentes agresiones verbales contra altos funcionarios de Bogotá y al uso de escenarios internacionales, como Unasur, para tratar de convencer a sus integrantes de verdades que no son.

En su discurso, el embajador de Caracas en la ONU hizo un recuento de cinco razones por las que su nación se considera una "víctima" del conflicto interno colombiano: las consecuencias humanitarias del desplazamiento; el acuerdo sobre el uso de bases militares con Estados Unidos; la incursión en Ecuador; la producción de cocaína, y la "influencia de magnitudes insospechadas" de paramilitares y narcotraficantes en las altas esferas del Estado. Sobre estos absurdos pilares, Venezuela centra su pedido al Consejo de Seguridad para examinar "el grave conflicto armado que vive Colombia" y, además, sustenta que en la región soplan vientos de guerra.

Ante lo sucedido, no hay que llamarse a engaños. En los más variados escenarios y empleando desde el conducto diplomático hasta el insulto personal, el régimen bolivariano viene engrosando un 'dossier' con el cual pretende justificar sus acciones. Al mismo tiempo, usa ese fólder de denuncias para desviar las críticas contra su propio comportamiento belicista, que llevó al gobierno colombiano a acudir a las Naciones Unidas y a la OEA tras las amenazas públicas del presidente Hugo Chávez. Que el mandatario de un país vecino haga de la retórica guerrera su mecanismo preferido implica para Colombia un serio riesgo contra su seguridad nacional.

Para expertos internacionalistas, es poco probable que el Consejo de Seguridad incluya en sus discusiones el caso colombiano. El músculo de Chávez no es tan poderoso como para convencer a los miembros permanentes de ese foro -como el propio Estados Unidos- de incorporar el tema en su agenda y de impulsar una eventual reacción internacional.

Sin embargo, aunque Venezuela fracase en este intento, la sola petición confirma que para Caracas las discusiones binacionales seguirán llevándose a cabo a punta de discursos altisonantes, declaraciones de prensa y ataques en los escenarios multilaterales. En materia de micrófonos, sobre todo, Hugo Chávez no descansa. El pasado lunes sumó otros agravios al presidente Álvaro Uribe, a quien acusó de "entregar" a Colombia a cambio del "perdón" de Washington por varios delitos, incluido el de paramilitarismo.

Lo más lamentable es que, mientras el desencuentro entre vecinos se lleva a las Naciones Unidas, en la frontera la situación social y económica se deteriora. Las exportaciones a Venezuela cayeron en octubre un 70 por ciento y las cifras de noviembre serán peores. Ayer, en la cumbre de Mercosur, el vicepresidente Francisco Santos denunció la pérdida de 170.000 empleos por las estrategias de bloqueo comercial que el gobierno chavista ha venido desplegando. Sacrificar la vitalidad de una zona en la que viven millones de personas con el argumento de una supuesta "amenaza" constituye un grave error, que tardará años en ser corregido.

En medio de esta situación, hay que destacar la actitud de Colombia. Esta, según palabras de Santos en Uruguay, es la de actuar como "bomberos en mitad de un incendio y no como pirómanos poniéndole gasolina al fuego". Pero, sin desconocer que la prudencia es el camino, se debe insistir en la necesidad de buscar fórmulas para superar una crisis que ha dejado altos costos económicos y sociales en ambos lados de la línea divisoria.

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