lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Hasta cuando tenemos que soportarnos a Samper?

Juan David Escobar Valencia

El Colombiano, Medellín

Diciembre 7 de 2009

A las 11:15 de la mañana del domingo 22 de septiembre de 1996, el general Barry McCaffrey, en ese momento Zar Antidrogas de Estados Unidos, refiriéndose al ex presidente Samper decía: "nosotros no sabemos qué hacer con él".


Trece años después el general, ahora profesor universitario, comentarista de NBC News y consultor empresarial, no debe recordar mucho desde su oficina en Arlington a uno de los más nefastos presidentes de Colombia. Pero en cambio nosotros no solo seguimos sin encontrar respuesta a la misma inquietud que quién había recibido tres Estrellas púrpura y dos Estrellas de Plata no podía responder en ese momento, sino que tenemos que aguantarnos periódicamente sus sandeces e intrigas.


No duda nadie de que hemos cometido muchos errores en este país, empezando por tenerlo de presidente, pero ¿será que el castigo tiene que ser tan largo? ¿No existe una rebaja de penas para los ciudadanos comunes y corrientes que no hayan cometido delitos?


La lista de majaderías del insensible presidente, que no pudo sentir a un elefante respirándole en la nuca, es muy larga para un espacio tan corto como una columna, pero como la idea no es mortificarnos mucho porque parecería masoquismo, solo me referiré a sus más reciente declaraciones y actuaciones, como el hecho de interferir en el manejo de las relaciones del gobierno colombiano con el de Venezuela, autoimponiéndose el rol, sin ningún sentido de respeto, decencia y responsabilidad con el país, de interlocutor o "vocero" del también nefasto presidente venezolano. Como si la camarada Teodora ya no tuviera eso asignado hace mucho tiempo. Definitivamente es cierto que los malos andan juntos y se ayudan.

¿Por qué tenemos los colombianos de bien, y sin una espalda tan grande, que soportar las acciones de un ex presidente resentido con Estados Unidos que busca desquitarse, por ejemplo, criticando el acuerdo sobre las bases militares, no importándole la condición del país ni su futuro, pues el día de mañana cuabndo la situación del país sea difícil él comprará tiquetes en primera para irse?


¿Será que el ex presidente está perdiendo el juicio, o es que nunca lo tuvo, como para ocurrírsele la "brillante" idea de establecer una "base hemisférica" de "Unasur"? ¿Semejante bobería será otra vez el resultado de un problema de percepción y sensibilidad de lo que ocurre a su alrededor? ¿O es que uno de los promotores de la legalización de las drogas es simplemente un adicto a aparecer en los medios y cada cierto tiempo, al no soportar la abstinencia mediática, hace lo que sea y con quien sea para que lo entrevisten?

El ex presidente debería estar agradeciéndole al país con un silencio monacal la misericordia que tuvo con él y con sus compinches, que hasta gobernadores terminaron siendo. Debería pedirle al cielo al menos la mitad del pudor que tienen las modelos que publica su sobrino en su revista, para que cada vez que un medio de comunicación intentara hacerle una pregunta tuviera la fineza de solo sonreír o contar alguno de los chistes de su hermano.


No hay derecho a que a un personaje como este todavía se le esté dando tribuna y micrófono. Su silencio sería lo mejor para él y para todos.

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