viernes, 11 de diciembre de 2009

La cumbre por el cambio climático


Adriana Gutiérrez

La Patria, Manizales

Diciembre 11 de 2009


Se avanza actualmente en la cumbre de Copenhague, la cual entre el 16 y el 18 de diciembre, reunirá a los Jefes de Estado, con la aspiración de concluir con un documento vinculante que obligue a los países contaminantes a rebajar su cuota de emisiones. Frente a esta cumbre no podemos ser indiferentes y es muy importante hacerle seguimiento. Para algunos países desarrollados, sería mejor que se diera una declaración política y aplazar la elaboración de un documento de obligatorio cumplimiento, lo que es rechazado por los países menos desarrollados y las organizaciones ecologistas.

Mientras la Unión Europea, aceptaría una reducción de emisiones de CO2 del 20 al 30% en 2020, con respecto a los niveles de 1990, Estados Unidos ha manifestado en la cumbre que no hay campo para indemnizaciones, reconocen su papel histórico en la polución atmosférica, pero rechazan de manera categórica cualquier idea de responsabilidad o reparación, y se niega a integrarse en el Protocolo de Kioto. Estados Unidos y China, se están enfrentando en la cumbre, y precisamente estos dos países contribuyen con el 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono.

El gobierno de Colombia, abogará en esta cumbre, por la firma de un ambicioso acuerdo para la reducción de emisiones contaminantes, con el compromiso de adoptar políticas públicas e incentivos, que incluyan financiamiento para promover la reducción de las emisiones por deforestación. El Presidente quiere hacer énfasis en que los países que están en la franja de la Amazonia, tienen "un activo ambiental muy importante", por lo que deben trabajar por un reconocimiento financiero de la comunidad internacional. No es fácil para un país como Colombia, afrontar retos para combatir el cambio climático, ya que debe darse un equilibrio entre lo que se pueda hacer con recursos propios y lo que tenemos que hacer con apoyo internacional, partiendo de que como país en desarrollo no es posible dejar de atender el crecimiento y combatir la pobreza.

Lo que debemos entender es que vendrá una transformación de modelos, adoptando formas de producción y usos de energía, con prioridades en preocupaciones ambientales, consumos más eficientes de energía y políticas de regulación, que han de provocar un cambio de cultura. Más allá de las decisiones de carácter internacional que se adopten en esta cumbre y de las políticas que impulsen los gobiernos, el fenómeno, nos lleva a un cambio de actitud personal y colectiva, de conciencia ambiental y de mucha responsabilidad social.

Contribuiríamos en esta lucha si adoptamos como costumbre, apagar las luces encendidas de las habitaciones cuando no se esté en ellas, desconectar el computador cuando no vaya a ser utilizado, usar bombillas eficientes en puntos de muchas horas de utilización, desenchufar totalmente el resto de equipos electrónicos, ducharse más rápido, utilizar la lavadora y el lavavajillas cuando estén completamente llenos, secar la ropa al aire, descongelar los productos sin utilizar el horno microondas, reducir el consumo de las bolsas plásticas de un solo uso, por citar sólo algunas de las recomendaciones.

De todas maneras para que esto se llegue a implementar, es necesario que Estado y empresas, inviertan en campañas de educación e información, se establezcan regulaciones y estándares, junto con mayor fiscalización, y la adopción de incentivos y desincentivos económicos. Estaremos atentos a los programas de gobierno de candidatos presidenciales y a las propuestas de aspirantes al Congreso, que deben ser consecuentes con los objetivos de la cumbre de Copenhague.


Nota: A todos, el mejor fin de año, mucha felicidad y regocijo en familia, para iniciar el 2010 con el mayor entusiasmo y positivismo.

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