viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Los derechos humanos son letra muerta?

Luz Esther Castellanos B.

El Frente, Bucaramanga

Diciembre 11 de 2009

Los derechos humanos constituyen el conjunto de privilegios que la legislación nacional e internacional le ha reconocido al ser humano, para que pueda vivir dignamente. El jurista “checo Karel Vasak propuso que fueran clasificados estos derechos, como de primera, segunda y tercera generación. En el primer grupo encontramos aquellos derechos que buscan la protección de las llamadas “libertades clásicas”. Como el de la libertad de opinión y expresión de ideas; el que hace relación a la libertad de religión; la libertad de asociación y de locomoción; el derecho a la vida, la libertad y seguridad jurídica; el derecho a no ser sometido a torturas ni a tratos crueles y el relativo a la igualdad de derechos entre los dos géneros. (Hombres y mujeres).


En un segundo lugar y no porque sean menos importantes están los derechos relativos a tener seguridad social, salud, trabajo. Derecho a tener un nivel de vida adecuado, a la alimentación, vivienda, vestido, educación gratuita y obligatoria en primaria y secundaria. Derecho a gozar de cuidados y asistencia especiales durante la maternidad e infancia y el derecho a formar sindicatos.


A los de tercera generación pertenecen los derechos que “incentivan el progreso social” y “pretenden elevar el nivel de vida de todos los pueblos”. Son pues los relativos a “la paz, cooperación y justicia internacional; los de la coexistencia pacífica, el uso de los avances de la ciencia y la tecnología; la identidad nacional y cultural; la solución de problemas alimenticios, demográficos, ecológicos y educativos.


No obstante existir las normas contentivas de estos derechos inherentes al hombre ¿son, en realidad, letra muerta?


El Estado debe ser garantista de difusión en la sociedad de los derechos humanos y velar por su no vulneración, sin hacer discriminación alguna por clase social, sexo, raza, credo político o religioso, ni por la condición económica de su titular.

También nosotros mismos, a través del ejemplo desde cada hogar o institución educativa, repliquemos el valor de estos derechos que en ocasiones son ignorados o violados. En el silencio clamo a Dios protección universal de estos derechos y me cuestiono: ¿En qué momento el hombre perdió el norte de la sensibilidad por el respeto de los derechos de las personas?


No más secuestros, ni homicidios, no más hambres, ni violaciones a menores, no a la corrupción, no a la inseguridad jurídica, no más desigualdades sociales, ni discriminación. No a la indiferencia. ¿Por qué se juega con la salud del ser humano? ¿Por qué quieren unos opacar a otros? ¿Por qué las ansias de corrupción? ¿Quién me puede dar la fórmula para detener estos flagelos vulneradores de los derechos humanos y vivir en un mundo ideal que hoy no es el real, de cuya realidad quiero escapar, por tanta frialdad?


Invito a los estamentos gubernamentales, ONG y demás organizaciones que trabajan por un mundo más humano a que no declinen frente a la realidad adversa, en la meritoria labor de protección de los derechos humanos.


Construyamos mejores sociedades para las generaciones venideras es ahora o nunca.

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