José Brechner
El Diario de América, Nueva York
Noviembre 30 de 2009
“Hay cierta satisfacción en llegar a los niveles más bajos de la política, porque nos podemos deshacer de la falsa charlatanería y la hipocresía” -– Ralph Waldo Emerson
Antes de Celso Amorim la diplomacia brasilera era considerada la mejor. Itamaraty fue ejemplo de mesura e ingenio para manejar las cuestiones internacionales.
No fue siempre así. En tiempos pretéritos, Brasil les ganó territorios a todos con los que tiene fronteras. La guerra era su fuerte. Pero siendo el país más grande, rico y poblado del cono sur, aprendió a dosificar su poder.
Con un gobierno progresista, el retroceso era inevitable. El secreto acercamiento de Amorim a su contraparte iraní Manouchehr Mottaki, era la carpeta que no vimos en su portafolio de mentiras, exabruptos, y negociaciones ilegales, denunciados oportunamente por la ONU y los Estados Unidos, que hundirán a Brasil en el fango.
Ahmadineyad viajó a Brasilia en procura de apoyo a su programa nuclear, a cambio de su respaldo a Brasil en las Naciones Unidas, para que se convierta en miembro permanente del Consejo de Seguridad.
Esa es la apostilla debajo de los 13 acuerdos suscritos, aunque Irán, con o sin Brasil, seguirá con su plan armamentista. Brasil por su lado, pierde sus posibilidades de formar parte del consejo al aliarse con el régimen más amenazante y represivo del Medio Oriente, que acaba de confiscarle el premio Nobel de la Paz a la disidente Shirin Ebadi, quien fue galardonada en 2003.
Obviamente, nada de lo que está sucediendo es aleatorio. Durante sus años de presidente, Lula no ha tomado ninguna acción en la Triple Frontera, contra el narcotráfico, el contrabando de armas, y el envío de dinero producto de esas prestezas, a los terroristas de Hizbolah que obedecen a Teherán.
Lula no es ningún moderado, como simula. Si no implementó a fondo las ideas que pregonó por décadas, es porque el Brasil es más grande que Lula.
Se limitó a aplicar medidas populistas que roerán su país a mediano plazo. Una de las más controvertidas es el subsidio estatal a las madres solteras, cuando existen millones de niños abandonados que deben delinquir o prostituirse para sobrevivir.
El presidente de la décima economía, no podía hacer que su país perdiera preponderancia comercial. Eso es para Chávez y Kirchner. Brasil es otra historia. En su suelo se encuentran miles de compañías multinacionales que exportan globalmente, dándoles trabajo a decenas de millones de personas.
Brasil es parte del BRIC, el conglomerado de economías en rápido crecimiento conformado con Rusia, India y China, que busca quitarle hegemonía a Estados Unidos.
Por eso Lula declama un discurso socialista, pero mantiene intacto el sistema capitalista. Ese es el secreto del éxito a su aplaudida política progresista. En su fuero interno es el marxista que siempre fue. Como dicen los brasileros: “A los ocho como a los 80”.
No deja sin embargo de asombrar, que concluyendo su mandato, pero aprovechando de una popularidad de la que no goza ningún otro mandatario, haya decidido dar un paso tan temerario al recibir a Ahmadineyad con cariñosos abrazos.
Sin duda se siente seguro de la continuidad de su partido en el poder. Debe tener numerosos propósitos futuros para con su socio, y ninguno puede ser halagüeño.
Su Jefe de Gabinete, consejera dilecta, y delfín para las próximas elecciones, Dilma Rousseff, es de color rojo profundo. Ex guerrillera, miembro de Vanguardia Revolucionaria Armada Palmares, Comando Liberación Nacional y, Política Operaria, fue condenada a tres años de prisión en los 70, por asaltar la casa del gobernador de Sao Paulo, Ademar de Barros.
Si Rousseff llega al poder, el eje Irán –Brasil-Venezuela se volverá más osado.
Los ayatolas son el polo opuesto al Brasil. Los brasileros aman la libertad, son tolerantes, desenfadados, gozan de los placeres carnales, las playas, el nudismo, y formas de vida alternativas, que son penadas con la muerte en Irán. Brasil e Irán son socialmente incompatibles. ¿Por eso sus gobiernos desean eliminar el visado entre ambos? ¿Fomentarán el turismo? ¿Las iraníes vendrán a asolearse en tangas?
¿Qué esconde Lula y su partido detrás de este consorcio anti natura? ¿Adónde piensan llegar los progres latinoamericanos juntándose con las mentes más estrechas, despóticas y asesinas del orbe? ¿Creen que podrán regir el continente de forma totalitaria, bajo la sombrilla de falaces democracias populistas y quedarse indefinidamente en el poder?
El afecto de Lula por los bolivarianos ha sido portada de los periódicos. Más su amistad con los extremistas musulmanes no fue tan publicitada, pese a que el Partido de los Trabajadores estrechó vínculos con Hamás hace tiempo.
La súbita revelación del romance entre Brasil e Irán es el acontecimiento político más grave que se ha dado hasta el momento en esta parte del mundo.
La firma de convenios entre Ahmadineyad y Lula, es la culminación de políticas planificadas meticulosamente. Si hay una confrontación armada entre Venezuela y Colombia, Brasil finalmente terminó por exteriorizar de qué lado estará. Y quien está con Irán, Chávez y las FARC, está contra la mitad de la población latinoamericana, los Estados Unidos, la Unión Europea, y la libertad.
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