sábado, 12 de diciembre de 2009

Sector agrícola, menospreciado

Gabriel Harry H.

El Colombiano, Medellín

Diciembre 12 de 2009

El sector agropecuario colombiano no puede ser castigado por la desinformación que de hace un tiempo para acá se viene presentando. Toda irregularidad, luego de ser esclarecida e investigada, debe ser puntualmente castigada, pero de ninguna manera generalizar y estigmatizar al empresario y al sector.


El agro colombiano ha sido el renglón de la economía más golpeado en el país, como consecuencia de la apertura económica en el año 1991, luego la guerrilla y el paramilitarismo, unido a lo anterior, el narcotráfico, los desplazamientos, cosas que debilitaron el sector rural colombiano, además por la revaluación del peso.


La seguridad democrática, aunque criticada por muchos, ha logrado recuperar el campo, aumentar la productividad, incentivar la diversificación de cultivos, aun con las dificultades en la infraestructura de drenajes, canales, riego, vías y falta de créditos de fomento y estabilidad en los precios de venta de los productos.


Los vendepatria que no faltan y los pregoneros que desinforman a sus oyentes, no saben el mal tan grande que le causan a los empresarios del campo, negocio con todos los riesgos, sin techo, a la merced de san Pedro, como decimos los campesinos, en el trópico y sin estaciones definidas.


El empleo que se ha generado de un tiempo para acá en el sector rural no es despreciable, el aumento en toneladas de muchos productos de la canasta familiar y en el caso del aceite de palma, el maíz, el arroz, no pueden ser ignorados, por la malquerencia a un gobierno.


Si queremos una productividad que abastezca no solo la alimentación humana, los cuidos para el sector pecuario, los combustibles como etanol y el biodiésel, para mejorar las emisiones, aportar a la industria y el comercio, tendremos que apoyar el sector agropecuario nacional.


Hay que regresar al campo con proyectos productivos, investigación, créditos, seguridad, soporte tecnológico y garantizando al campesino la compra de lo que produce.


La tierra sola y sin infraestructura es un engaño, pero sirve mucho en época preelectoral para hacer populismo y prometer lo que nunca se ha cumplido, de hace bastantes años hasta hoy.


Las Aldeas Comunitarias Campesinas fueron en su momento un buen proyecto, despreciado por varios gobernantes, cuando la tierra era barata. Luego se encareció y no era viable; hoy, con las tierras de
la Dirección Nacional de Estupefacientes serían oportunas, pero con planeación.


Ojalá algún día las Aldeas Comunitarias Campesinas lleguen a ser una realidad, pero sectorizadas, para no cometer los errores de la Reforma Agraria.


Tierra sola es el más enorme engaño.


Para proyectos agrícolas, en un país como Colombia, no se deben manejar desde Bogotá o centralizados.


Hay que regionalizarlos, de acuerdo con la topografía, clima, calidad de suelos, vías, infraestructura y estudios serios, para garantizar el éxito de las iniciativas, comprometiendo entidades del orden departamental y municipal, no dejando de lado al sector privado, conocedor del sector del agro colombiano.

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