Alexander Cambero
El Tiempo, Bogotá
Enero 23 de 2010
El ascenso del reconocido empresario Sebastián Piñera a la presidencia de Chile deja una profunda claridad en el horizonte de la democracia en el continente, si bien la concertación logró avances espectaculares en todos los órdenes, dándoles a sus conciudadanos estándares de vida similares al de naciones del primer mundo. El deseo de buscar nuevos caminos para el progreso hizo que la oferta del sagaz hombre de negocios se impusiera por sobre un circunspecto y muchas veces inconmovible Eduardo Frei Ruiz-Tagle. No pudo el ex presidente demócrata cristiano conectarse con ese inteligente elector chileno que asume a Michelle Bachellet y a Ricardo Lagos como sus estandartes, con gran volumen de respaldo social, que sin embargo no se adhirieron a la plataforma que ambos motivaron con gran desprendimiento personal y político. El abanderado del oficialismo jamás penetró densos sectores que lo notaban demasiado anquilosado en sus discursos. Con la dosis de un témpano que pocas veces rompió su molde de hombre carente de algún rictus de alegría.
Gana la derecha y la nación chilena se empina hacia el progreso. No hubo las escaramuzas y trampas que vivimos en Venezuela. Allá no existe un CNE delincuencial, que se presta para salvaguardar los sueños imperecederos de Hugo Chávez y su camarilla de secuaces malintencionados y saqueadores del erario público. Los debates estuvieron marcados por un gran vigor democrático, nadie agredió a su contrincante con expresiones vulgares propias de porteros de burdeles o de animadas parrandas en las riberas de un río. La magnitud del debate se sostenía sobre la base de un Chile con un nivel de vida espectacular que, sin embargo, tiene algunas áreas en dónde mejorar.
El viejo velo de la muerte y los desaparecidos, propio de la horripilante época de la dictadura de Augusto Pinochet, es un recuerdo que no reabre la herida. Las profundas llagas del dolor fueron sanadas con la útil y apropiada medicina que conjuga libertad democrática con el avance en los derechos de los más necesitados. Los pobres reciben ayuda permanente, mientras el empresario es visto como un aliado eficaz y no como el enemigo.
Un equipo que juega en la misma dirección y que hace de Chile una república admirada y respetada en el mundo. Que no se deja embaucar por doctrinas que pregonan estupideces, que fueron dejadas de lado por todos aquellos pueblos que saben que sólo el trabajo en libertad, con fuerte apoyo y respeto de todos los sectores, puede traer el crecimiento económico.
La estrella solitaria ondea en La Moneda. Las antiguas heridas se ofrecen al sol de Santiago con sus caminos restañados. No pudo la encorvada muerte perpetuar el dolor, envenenar el porvenir. Los disparos se quedaron incrustados en el friso marmóreo del olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario