jueves, 28 de enero de 2010

Por la reconciliación

Editorial

El País, Cali

Enero 28 de 2010

Con la presencia de Panamá, Colombia, Estados Unidos, Perú, El Salvador, República Dominicana, India y Taiwán, pero con la expectativa de que pronto Honduras vuelva a ser aceptada por la comunidad internacional, Porfirio Lobo asumió como presidente del país centroamericano.


Lobo recibió una nación resquebrajada en lo social, económico y político tras el gobierno de Manuel Zelaya. Tal resquebrajamiento se agudizó con su derrocamiento, que generó el rechazo internacional. Honduras se encuentra dividido y, aunque el hoy Presidente alcanzó la victoria en unas elecciones transparentes, la mayor parte de la comunidad internacional aún no lo reconoce.


El nuevo Mandatario parece consciente de las dificultades por las que atraviesa su país, por lo cual no ha tardado en realizar gestos que ayuden a la reconciliación entre los hondureños, rota cuando Zelaya pretendió imponer los ideologismos implícitos en el petróleo que le entregaba Hugo Chávez. Ayer, el Congreso de la República, a instancias suyas y antes de su posesión, proclamó la amnistía política para los causantes de la crisis. Y permitió la salida digna de Manuel Zelaya para que recibiera el tratamiento de huésped de honor en República Dominicana.


Asimismo presionó a Roberto Micheletti para que abandonara el poder antes de su posesión, con lo cual no recibió la Presidencia de un mandatario golpista, sino de las manos del Presidente del Congreso. De hecho, ni Zelaya ni Micheletti estuvieron en la ceremonia de posesión. Desde su triunfo ha declarado que el suyo será un gobierno de “unidad nacional” y que su tarea principal es restañar las heridas dejadas por la crisis.


Pero tiene ante sí una difícil tarea, en especial en el terreno económico, pues Honduras sufrió por la suspensión de la ayuda internacional a causa del golpe. Hasta ahora sólo el Banco Centroamericano de Integración Económica ha anunciado que reanudará su colaboración con el país. Al ser afectada tanto por la crisis internacional como por el conflicto interno, la economía hondureña sufrió una caída del 3%, la peor en Centroamérica. Además, su principal fuente de ingresos, las remesas de los emigrantes, declinó en un 11,1% mientras que la inversión extranjera disminuyó en un 40,8%.


Las exportaciones también sufrieron una significativa merma del 20,8%, al tiempo que la deuda, interna y externa, aumentó significativamente. El reto es mayúsculo y el primer paso consiste en reconciliar a los hondureños, para lo cual se esperan más gestos en asuntos como la composición del gabinete y en la neutralización de medidas que puedan ser consideradas como retaliaciones contra los partidarios de Zelaya.

Pese a las dificultades, Porfirio Lobo puede ser la salida para la crisis de legitimidad que ha padecido Honduras en el último año. Él fue elegido en un proceso transparente en el que participaron la mayoría de hondureños con capacidad de votar, y hasta ahora ha actuado con la cautela y el espíritu de concertación que requiere su nación. Sin duda, el nuevo Mandatario no le servirá al eje Cuba-Venezuela o al Alba, pero sí es una esperanza para los demócratas latinoamericanos.

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