Jaime Restrepo Vásquez.
www.atrabilioso.blogspot.com, Bogotá
Enero 25 de 2010
Se equivocó José Obdulio Gaviria al llamar periodista a Jorge Enrique Botero. Un micrófono y una cámara no hacen periodista a ningún parroquiano. Lo de Botero es la propaganda, la militancia política enardecida que se escuda detrás del periodismo, para tratar de conseguir un mayor grado de credibilidad.
Sin embargo, Botero cree que al autoproclamarse periodista puede conseguir la solidaridad de sus colegas y obtener la protección especial que las leyes nacionales e internacionales otorgan a quienes ejercen el oficio.
José Obdulio Gaviria publicó una columna en la que señala que “Jorge Enrique Botero, periodista, recorre el mundo haciendo apología de las Farc”. Nadie se tomó la molestia de responder la columna de José Obdulio, quizás por la resaca que debe perdurar en algunos por la llegada del año nuevo, o tal vez porque están dedicados a fortalecer sus débiles campañas políticas para cumplir el sueño de volver a mamar de la teta del Estado, o seguramente porque un “rasguño” les va a dejar la huella imborrable de un carcelazo. El asunto es que nadie salió a defender a Botero, quien esperó paciente las embestidas feroces de sus colegas contra el ex asesor de la Casa de Nariño.
Una semana fue suficiente, y como nadie se pronunció, salió el propio Botero a defenderse. Comenzó con un reclamo por el silencio de los periodistas frente a la columna de Gaviria. Para Botero, en el papel de periodista, resulta doloroso y espantoso que sus colegas no se hayan manifestado contra José Obdulio. Debe ser, supone la suspicacia, que los periodistas en su mayoría no identifican ya a Botero como periodista sino como propagandista de las Farc y del chavismo. Si Botero quería solidaridad, debió buscarla en las oficinas de comunicación corporativa que ahora trabajan intensamente en las campañas políticas de numerosos aspirantes al Congreso y a la Presidencia de la República y no en los medios de comunicación.
En su defensa, el propagandista y no periodista Jorge Enrique Botero se proclama como portavoz de la verdad, y reafirma cada uno de los pilares de la propaganda que él y sus compinches difunden en el mundo. Dice Botero que “las Farc son invencibles” y que esto es un hecho “científicamente comprobable”. Más adelante Botero pregunta: “¿O es que 50 años de infructuosos (y costosísimos) esfuerzos por aniquilarlos no son suficiente evidencia?”
Esta afirmación recuerda uno de los principios propagandísticos de Goebbels: “la propagada negra es empleada con preferencia sobre la blanca cuando esta última sea menos creíble o produzca efectos indeseables”. ¿Cómo aplicó Goebbels este principio? En un momento dado, quiso inducir a los británicos en la idea de que debían cesar los bombardeos sobre Berlín, convenciéndolos de que estaban desperdiciando sus bombas.
Como siempre la propaganda es coja y no tiene por qué entrar en embelecos históricos. Sin embargo, desde una perspectiva más seria, los hechos demuestran que durante 40 años las Farc no fueron combatidas con fortaleza, sino que existía una especie de pacto de equilibrio en el que los terroristas propinaban algunos golpes y las Fuerzas Armadas otros más.
Lo que la propaganda de Botero quiere ocultar es que durante 40 años existió casi que un compromiso tácito de convivencia entre el Estado y las Farc. Evidentemente Botero no lo reconocerá, pues dañaría su propaganda, pero sólo cuando el Estado decidió invertir en el aparato militar para golpear a las Farc y destruir ese equilibrio –hace 8 años-, el terrorismo comenzó a retroceder y esconderse… ¿Olvida Botero que en 2002, las Farc anunciaron un repliegue estratégico? ¿Acaso el tal repliegue estratégico no es lo mismo que estar refugiados en sus madrigueras?
Luego, Botero asegura que el gobierno Uribe ha gastado 15 mil millones de dólares y ha despilfarrado el 6,5% del PIB en los campos de batalla a cambio de resultados que él califica como irrisorios: dos integrantes del Secretariado dados de baja –obviamente no reconoce la baja del gran jefe terrorista “Tirofijo”, ni del mayor financista de la organización terrorista, “El Negro Acacio”, ni de uno de los grandes secuestradores “Martín Caballero”, etc-, unas decenas de mandos medios, el rescate de 14 “rehenes” y la deserción de unos cuantos centenares de jóvenes guerrilleros.
Para el propagandista de las Farc, estos son resultados irrisorios. Sin embargo, esos mismos resultados eran impensables hace apenas una década, cuando el país estaba padeciendo la zona de distensión. En aquel entonces los propagandistas de las Farc aseguraban que los jefes de esa organización eran prácticamente inmortales y que nunca serían dados de baja… sin embargo, parece que el “repliegue táctico” también los afectó y ahora les parece que la destrucción de ese mito fundacional es algo irrisorio.
Lo que si es comprobable científicamente es que los resultados no son tan insignificantes como la propaganda de las Farc quiere hacernos creer. Hace 10 años, el grupo terrorista decidió pasar de la guerra de guerrillas a la guerra de posiciones (o territorial) y lograron la toma de Mitú y los golpes en Las Delicias y El Billar.
Curiosamente, después de la inversión para los resultados “irrisorios”, las Farc retrocedieron al punto de que su único poder de fuego real está en las acciones terroristas, situación que para los expertos es muestra de debilidad y desesperación y no una evidencia de poder de fuego a lo largo y ancho de la geografía, como asegura el propagandista Botero. ¿Si los resultados son tan insignificantes, por qué las Farc no han podido tomarse una población desde hace varios años? ¿Por qué se redujeron las cifras del secuestro de 3.572 secuestrados en el 2000 a 213 el año pasado? ¿Realmente esto es irrisorio?
¿A algún periodista medianamente serio le parecerá irrisorio el rescate de los 14 secuestrados políticos que fueron liberados en una operación militar sin precedentes en la historia reciente? No parece que mueva a risa y burla, o que sea insignificante, el rescate de una ex candidata presidencial con nacionalidad francesa y de los tres estadounidenses que serían utilizados como mecanismo de presión contra el gobierno de los Estados Unidos.
Ciertamente Botero hace apología de las Farc con la propaganda mediocre que distribuye por el mundo. Que algunos extranjeros compren la idea romántica de las Farc –como los boludos argentinos que exaltaron el documental del grupo terrorista- despierta el entusiasmo de las hordas propagandistas ávidas de muerte, destrucción, secuestro y dolor que indiquen que las Farc están intactas y con el mismo poder de aniquilación… ese sería su rayo de esperanza para exigir con más fuerza la solución política y negociada.
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