domingo, 31 de enero de 2010

Inestable alianza para delinquir

Álvaro Valencia Tovar

Vanguardia Liberal, Bucaramanga

Enero 31 de 2010

Inesperada alianza acaba de pactarse entre las Farc y el Eln que, pese a los descalabros sufridos, persisten en una lucha perdida. No sólo en la confrontación armada sino en el descenso a las profundidades del narcotráfico disolvente y el terrorismo como única forma de proclamar su precaria presencia. Según parece la iniciativa partió del mando militar y político del Eln, personificado por Gabino y Antonio Beltán. Tardía pretensión de revivir la etérea Coordinadora Guerrillera, que sólo simulaba existir para impresionar a negociadores incautos. Aunque aparecidos en 1964, Eln y Farc tuvieron desde sus orígenes profundas diferencias.


La proclamación de las Farc antecedió a la del Eln en diez años, a la sombra del feroz enfrentamiento sectario de los partidos históricos, con el nombre de Autodefensas Campesinas, en realidad brazo armado del Partido Comunista apoyado por la Unión Soviética.


El Eln fue la proyección en el Caribe de la Revolución Cubana. La línea Moscú preconizaba el mismo desarrollo de la Revolución Rusa de 1917, con el alzamiento masivo del proletariado urbano, aprovechando una coyuntura propicia para asaltar el poder político. La línea fidelista quería repetir en América Latina su propio modelo: instalación de focos insurgentes en sectores rurales marginados y sin esperanza, donde las “condiciones objetivas” permitieran propagar el fuego revolucionario y derrotar el poder del Estado preparado para la guerra convencional, fácilmente contrarrestado por las formas guerrilleras.


Eso no era todo, la novel dirigencia urbana del Eln menospreciaba a los palurdos jefes de las Farc y éstos se burlaban de los burgueses improvisados como jefes guerrilleros. El Eln, fingiendo buscar una acción conjunta de las dos fuerzas, obtuvo de las Farc un cuantioso préstamo que jamás devolvió. La Inteligencia de la Quinta Brigada pudo comprobar el enfriamiento de la relación hasta llegar a la ruptura total, que en épocas recientes se tradujo en batallas campales dominadas por las Farc, más veteranas y mejor armadas. Que el Eln “pida cacao” en esta alianza inestable, indica varias cosas: Reveses contra el Ejército y las Farc, desmoralización, impotencia para proseguir una lucha sin otro objetivo que el crimen, estrangulamiento financiero. El recurso desesperado de convertirse en apéndice de las Farc en derrota, en nada fortalece a las dos agrupaciones terroristas.

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