Jaime Jaramillo Panesso
Colombian News, París
Enero 28 de 2010
Anuncian los medios de comunicación que desde los últimos meses de 2009, las Farc y el Eln firmaron una alianza para combatir al estado colombiano, sus instituciones y, en particular, al Presidente Álvaro Uribe. Estamos ante una coalición armada de dos estructuras militares que ejercen el terrorismo en Colombia desde hace cuarenta y cinco años. Por esa vía no alcanzaron el poder, menos el apoyo popular. ¿Por qué después de tantos años de predicar y practicar la violencia revolucionaria por separado, ahora suman o coordinan su fusilería, sus explosivos y sus municiones?
Las Farc, hijas legítimas del Partido Comunista a cuyo Comité Central pertenecieron Jacobo Arenas y Manuel Marulanda “Tiro Fijo” cuando vivían, tiene entre cinco y siete mil hombres-arma, en el mejor de los análisis. El Secretariado que encabeza Alfonso Cano, está disperso, algunos en países vecinos limítrofes. Se esconden con los secuestrados en las selvas fronterizas y administran a distancia, por medio de testaferros, una fortuna que han invertido en empresas y bancos.
El Eln es hijo legítimo de la revolución cubana y el Partido Comunista de Cuba. Su comandante histórico es Gabino y los combatientes no llegan a dos mil quinientos hombres-arma. La mayoría de ellos en una especie de licencia, salvo los frentes del Cauca y Nariño que están dedicados al narcotráfico. El Coce, Comando Central, cúpula del ELN, es un fantasma cuasi inoperante cuyo más importante “cuadro” político-militar, Pablo Beltrán, no se escucha, no opina, no escribe, no canta ni ejerce. Son estos, Farc y Eln, los dos “colosos” de la revolución proletaria y bolivariana que declaran la unidad de propósitos, pero no orgánica.
¿Qué hechos y personajes han influido para que esto ocurra? En primer lugar son los efectos de Coordinadora Continental Bolivariana, nacida en Caracas, cuyos fines mezcla y utiliza todas las formas de lucha para llevar a cabo el socialismo de Chávez Frías, el ideólogo, el filósofo, el político y el estratega militar del siglo XXI. En segundo lugar es la presión del Presidente Chávez para que esa unidad de acción acumule fuerzas y utilice su experiencia ante la posibilidad cercana de una confrontación Venezuela-Colombia, donde Farc-Eln jugarían el papel de Caballo de Troya, al interior colombiano. ¿Existen evaluaciones operativas venezolanas para que Farc-Eln sean fortalecidas militarmente con fusiles nuevos, artillería ligera y cohetes tierra-aire y tierra-tierra en el evento de una guerra contra Colombia, puesto que Chávez la impulsa mediáticamente?
Otras explicaciones de orden interno catapultan la unidad de Farc-Eln. La derrota política de ambos y la notable reducción de sus tropas, territorios y mandos, amén del envejecimiento pronunciado de sus comandantes, los obliga a una alianza para sobrevivir. Es para el Eln una necesidad imperativa, pues las Farc han eliminado centenares de combatientes elenos, a otros les ha quitado las armas y los ha “desplazado” de territorios apropiados. Pactar sobre el desprecio que las Farc han tenido siempre por el Eln, es un armisticio obligado. Apelan al aforismo popular: peleemos juntos para que nos derroten por separado.
Pero el Eln tiene otra desventaja estratégica: las Farc vienen organizando de manera clandestina, el PC3, Partido Comunista Clandestino, que le sirve para penetrar las universidades, los sindicatos (especialmente de trabajadores del estado como los maestros, los judiciales, petroleras, etc.) las organizaciones sociales y empresas del Estado y particulares. Con sus militantes apunta a construir una red de inteligencia y una fuerza miliciana urbana que lleve a las Farc a la toma del poder en las principales ciudades de Colombia. Durante ese trayecto el Eln será devorado por el tiburón fariano, tal como se lo merece.
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