miércoles, 27 de enero de 2010

El desafío de Haití

Editorial

El País, Cali

Enero 27 de 2010

Diez años fue el plazo inicial estimado por la comunidad internacional para recuperar a Haití del desastre. Sin embargo, esa tarea, calificada por el Canciller de Francia como “la respuesta internacional más importante a cualquier desastre que hayamos conocido”, enfrentará también el desafío más grande: construir un nuevo país.

Hoy se habla de más de 150.000 muertos como resultado del devastador terremoto. Y se menciona una cifra de 3.000.000 de damnificados que deambulan pidiendo ayuda, alimentos y socorro, mientras aún buscan a sus familiares desaparecidos en la inenarrable tragedia. En tanto, la ayuda de emergencia llega de una manera más organizada, superando el caos que se presentó en las primeras semanas. Lo cierto es que, a la par con las vidas y bienes de Haití, el descomunal sismo se llevó las frágiles instituciones de un país abatido desde antes por décadas de atraso, de marginamiento y de pobreza con características extremas.

En esas condiciones la conferencia celebrada en Montreal el pasado lunes empezó a marcar un derrotero a lo que debe ser el compromiso de rescatar a Haití de la nada en la que quedó. Una docena de cancilleres y primeros ministros, así como los representantes de la Organización de Naciones Unidas y la de Estados Americanos, empezaron por declarar su respeto a la soberanía del destruido país, y su compromiso de involucrar a los haitianos en la recuperación de su patria. Propósito sin duda noble, que denota el estremecimiento que causó la tragedia que ha sido descrita casi minuto a minuto por los medios de comunicación.


Pero, entendiendo la necesidad de solidarizarse con los haitianos, la comunidad internacional también debe ser consciente de los obstáculos que deberá enfrentar. En primer lugar la inexistencia de instituciones de Gobierno en su país capaces de orientar su destino. Y en segundo término, las dificultades para entender la cultura de Haití y de involucrar a su gente en la construcción de lo que debe ser una nación con principios, valores e intereses comunes. Esos factores deberán resolverse antes de decidir cuáles serán las obras que deberán financiarse y ejecutarse en los plazos que se acuerden.

Un anticipo del desafío que espera la comunidad internacional ha sido la gran dificultad para hacer llegar la ayuda que brotó desde todos los rincones del mundo, no bien conocida la magnitud de la catástrofe. Que ha continuado, aunque la intervención de tropas de los Estados Unidos empieza a imponer un orden a la vez que genera críticas interesadas. Por eso, la incertidumbre sigue latente, como lo expresan las palabras del Primer Ministro de Haití: “No hemos sido capaces de alimentar a todo el mundo”.

Y en medio de ese drama han surgido evidencias sobre la poca capacidad de la ONU para enfrentar el desafío. Por eso el mundo, y en especial América, deben hacer lo necesario para ponerse de acuerdo y construir un Haití que además de cerrar las heridas que le dejó el terremoto, sea capaz de ofrecer alternativas de progreso para quienes han tenido sus más grandes enemigos en la pobreza y el atraso.

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