Luis Carvajal Basto
El Espectador, Bogotá
Enero 23 de 2010
El impacto de las nuevas tecnologías en Educación, Justicia, competitividad empresarial, calificación laboral y Salud está produciendo las transformaciones sociales más grandes observadas en la Historia. Sus efectos en los cambios culturales, la política y el ejercicio del gobierno, apenas se empiezan a sentir.
Tecnología es productividad. Al punto que Los economistas la han integrado como factor de producción. Pero es mucho más. Para empezar, una característica sin la que sería inimaginable la sociedad contemporánea. El cambio como regla para beneficio del hombre y la revelación de que lo inmaterial, también es real.
Por su cuenta, hemos conocido que la debida y oportuna administración de Justicia, por ejemplo, no es solo un principio o un discurso. Tiene que ver con capacidad de gestión o lo que es casi lo mismo, productividad. Que el acceso a la mejor educación puede no ser tan costoso y estar disponible en óptimas condiciones para todos. Que los mejores médicos pueden diagnosticar e intervenir, también a menores costos, a cualquier paciente en cualquier lugar. Etc.
Así como la globalización no es una opción, la utilización de estas nuevas tecnologías, tampoco. No es un asunto filosófico, más bien uno de supervivencia y bienestar.
Así lo han entendido los gobiernos y el nuestro, en particular. El plan Tic, que se viene ejecutando, las reconoce como un eje transversal.
Las cifras conocidas comprometen al País en su ejecución, reconociendo la existencia de al menos dos grandes retos: su financiación suficiente y la universalización del acceso.
A pesar de que existen más de veinte millones de colombianos conectados a internet y el 90% de las conexiones son de banda ancha, tenemos que conseguir la ampliación de la oferta del servicio en los estratos bajos, hoy en una desproporción de uno a tres en relación con los altos. Algo similar ocurre con el estrato medio, en una correlación inferior.
En el sector educativo, el acceso creciente de las instituciones escolares públicas y la mejora de los indicadores de gestión, aunque indispensable no parece suficiente. El asunto podría pasar por una más completa integración de las nuevas tecnologías en el modelo educativo y una mejor formación y capacitación de docentes.
En el ámbito de la Justicia, además de la integración del sistema , manejo de software y capacitación a todos los niveles, las cifras de conectividad y disponibilidad de hardware y software apropiado en los juzgados municipales, son más que preocupantes. Aquí, pronta y cumplida Justicia es algo más que un eslogan.
Las aplicaciones en telemedicina están por desarrollar. El Plan obligatorio de salud puede reducir costos inmensos utilizando aplicaciones disponibles hoy para prevención, diagnostico y tratamiento. Por ejemplo, la Universidad Nacional de Colombia ha desarrollado una gran cantidad de software médico con utilidad real que actualmente no está siendo utilizado.
El Gobierno, el sector privado y la academia han tomado en nuestro país muy en serio este asunto y eso nos ha permitido un desempeño más que decoroso a nivel internacional, pero son numerosas las asignaturas pendientes, comenzando por el cumplimiento de las metas de universalización.
Estímulos y prerrequisitos para la adjudicación de nuevas licencias de construcción, como se hace con los servicios básicos, popularizar el acceso e internet móvil, como meta de los gobiernos departamentales y locales, pueden ser la mejor “traducción” de igualdad de oportunidades. Par y paso (y pesos) con la transformación de todos los establecimientos educativos a manera de aulas virtuales, entre tanto internet y televisión se integran aún mejor.
Se trata de poner a Colombia a tono con la realidad de una revolución sin violencia que ha transformado al mundo y de maximizar unos recursos que siempre serán escasos, para que nuestros compatriotas vivan mejor.
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