lunes, 25 de enero de 2010

Rusia: principal proveedor y financiador de los "bolivarianos"

Emilio Cárdenas*

El Diario exterior, Madrid

Enero 25 de 2010


En política exterior, Ortega es probablemente el más extremista de todos los "bolivarianos", si dejamos de lado al ínclito Hugo Chávez, claro está. El más exagerado, en sus dichos y actitudes, en consecuencia. El más provocativo.

Conozco relativamente bien al experimentado Canciller ruso, Sergei Lavrov. Estuve sentado junto a él por espacio de dos interesantes años durante mi estadía en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es inteligente, astuto, criterioso, simpático, abierto, de buenos modales y está siempre bien informado. No creo entonces que se sienta demasiado bien (ni cómodo, siquiera) con el rol que su país ha asumido respecto de los patológicos regímenes “bolivarianos” de América Latina. Porque nos recuerda nítidamente a los días de la “guerra fría”. Que ya no están.

Es un papel triste, que ciertamente no le hace ningún bien a los esfuerzos rusos por “integrarse” a la comunidad internacional desde una posición de normalidad y sensatez que todos respeten. Todo lo contrario. Pero órdenes son órdenes.

El último mandatario “bolivariano” que visitó Moscú ha sido el desfachatado Presidente nicaragüense, Daniel Ortega. Un hombre acostumbrado a sembrar el miedo (a palos) entre sus conciudadanos y, peor, a hacer fraude en las elecciones de su país, de manera de consolidar -con malas artes- su presencia política en Nicaragua.

En política exterior, Ortega es probablemente el más extremista de todos los “bolivarianos”, si dejamos de lado al ínclito Hugo Chávez, claro está. El más exagerado, en sus dichos y actitudes, en consecuencia. El más provocativo.

Al llegar a Moscú, Ortega pagó el precio que se esperaba. El que hoy tiene la “amistad” rusa: reconocer formalmente a Abjasia y Osetia del Sur, como dos Estados independientes. Ambos enclaves rusos en Georgia, fueron objeto de una durísima intervención armada rusa, en agosto de 2008, contra Georgia que procuraba -sin mucha capacidad, ni realismo- recuperar esas partes de su territorio.

La comunidad internacional, en cambio, no acepta lastimar la integridad territorial de Georgia. A diferencia de Daniel Ortega. Y de Hugo Chávez, quien también ha hecho, por parte de Venezuela, similar reconocimiento.

La prensa rusa señaló que, como consecuencia de lo antedicho, Rusia financiará proyectos nicaragüenses por dos mil millones de dólares. Ese es el pago compensatorio por la “decisión soberana” de Daniel Ortega.

Ya hay más de un centenar de autobuses rusos circulando por las calles de Managua, sobre cuyo ingreso a Nicaragua pesan, como es habitual en el particular mundo “bolivariano”, feas acusaciones de corrupción.

En paralelo, Nicaragua volverá a comprar armas rusas, lo que se denomina eufemísticamente “cooperación militar” dentro del programa de “desarrollo” local. Como lo ha hecho masivamente Venezuela. Y también Bolivia. Otras dos “decisiones soberanas”, entonces.

El año pasado el propio Dimitri Medvedev visitó personalmente a Cuba y a Venezuela, los dos pilares centrales del “bolivarianismo”.

Raúl Castro estuvo en Moscú, en busca de formas de paliar el desastre económico en que se encuentra la isla, como jamás en la historia de Cuba. Se fue de Rusia con un “memorando de cooperación estratégica” y con anuncios de créditos rusos por casi 350 millones de dólares, que Cuba -siguiendo su inequívoca tradición incumplidora- probablemente jamás devolverá a Rusia, como si se tratara simplemente de “donaciones”.

También estuvo Evo Morales, que en cambio volvió con promesas solamente. Rusia sabe de quien se trata y conoce su larga foja de incumplimientos. Así como su flexibilidad con el narcotráfico, que ha crecido enormemente durante su gestión. Pese a ello, se suscribió entre ambos países un acuerdo de cooperación en materia de control del tráfico ilegal de narcóticos. “Pour la galérie”, claro está.

Hoy el principal aliado de Rusia en nuestra región ya no es Cuba, sino Venezuela. Que es además “aliada estratégica” de Irán, lo que Chávez pregona a los cuatro vientos, permaneciendo naturalmente callado -en total silencio- cuando los esbirros de los clérigos shiitas asesinan abiertamente a los civiles inocentes en las calles de las ciudades de Irán por protestar -valiente y masivamente- en reclamo de más libertad y menos belicismo fanático.

La cooperación ruso-venezolana se ha multiplicado por 30, en tan sólo cuatro años. No es poco. Ocurre en lo militar, ciertamente. Pero también en el sector de la energía, hidrocarburos y electricidad, y en materia de construcción de infraestructura.

Una vez más, una nostálgica Moscú apoya fuertemente a los regímenes anti-occidentales en nuestra región. Lo que no cabe silenciar, por lo que significa. Y por sus previsibles consecuencias.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

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