Jesús Vallejo Mejía
Carta a Eduardo Charry, Medellín
Enero 24 de 2010
“Apreciado Eduardo:
Creo que tú tienes razón en tu queja.
Lo que Alberto Zalamea llamaba hace años la "Gran Prensa" tenía, al menos, cierto decoro y se rodeaba de un aura de respetabilidad.
Pero los que ahora la controlan, fuera de que en general adolecen de lo que antaño se censuraba bajo el rótulo de vida disipada, carecen además, por lo común y salvo raras excepciones, de la venerable virtud de la sindéresis, que permite juzgar atinadamente sobre lo que está bien y lo que está mal.
Lo que suele verse en esas altas esferas es el juego de intereses, el amiguismo, el sesgo de la información y el comentario para justificar a unos y enlodar a otros, según lo indiquen las simpatías o las antipatías que predominen.
El caso de Semana es bien significativo.
Poco se ha ocupado el famoso "establecimiento" por averiguar cuáles fueron los motivos que llevaron a Pablo Escobar a elegir a Semana como el medio indicado para comenzar su campaña que culminó con la muerte de Rodrigo Lara Bonilla, ni por qué al capo le dedicaron tantas portadas, la primera de las cuáles, bastante condescendiente por cierto, lo presentaba como el "Robin Hood paisa".
Tampoco se ha llevado a cabo el debate tanto moral como jurídico en torno de la dudosa práctica de publicar piezas dolosamente extraídas de expedientes sometidos a reserva, con base en las que se anticipan a condenar o absolver a los involucrados en tales expedientes, y se promueve un mercado de información que bordea la ilegalidad.
Lo de mezclar la información dizque con el análisis de los hechos no orienta al lector, sino que distorsiona su juicio. Es, por así decirlo, un procedimiento prácticamente subliminal que invade la esfera del criterio personal para inclinarlo en el sentido que desea el comentarista disfrazado de informador objetivo y veraz.
Pienso que hay dos graves pecados en nuestra "Gran Prensa", que son la "semanización" de la noticia y la "arizmendización" de la entrevista, vicio éste último que ha hecho carrera cuando se pone contra la pared y a quemarropa al entrevistado, o se extraen de sus dichos conclusiones que no corresponden a los mismos.
Pero denunciar estas cosas equivale a dar coces contra el aguijón, pues el nivel moral de la dirigencia colombiana es cada vez más precario.
Hay que esperar que las cosas cumplan su ciclo.
En cuanto a lo de la muerte de Álvaro Gómez, ojalá nuestra precaria justicia se aplique a investigar el caso a fondo.
Es cierto que hay distintas hipótesis acerca de quiénes pudieron haberlo ordenado, facilitado y ejecutado. Unas de ellas favorecen a Samper, pero otras lo involucran.
Yo me limito a recoger la que adoptó la inteligencia militar, es decir, que el crimen contó con la participación del DAS.
Cordial saludo.
Jesús Vallejo Mejía”
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