Carlos Andrés Pérez
El Colombiano, Medellín
Enero 23 de 2010
Al día siguiente de haber sido elegido presidente de Chile, Sebastián Piñera hizo referencia a la gran distancia ideológica que tiene con el mandatario venezolano Hugo Chávez. "Quiero decirlo con mucha claridad: Esas diferencias son profundas y tienen que ver con la forma en que se concibe y practica la democracia". Así lo dijo en una rueda de prensa después de encontrarse con Michelle Bachelet.
Piñera reúne todos los elementos que le molestan a Chávez: es millonario gracias al capitalismo, es de la oligarquía y es de derecha. Y esas tres razones, además de haber hecho visible que la izquierda no tiene ganada la región por completo como se ha querido presentar, son más que suficientes para prever una nueva línea de fuego que saldrá desde el Palacio de Miraflores.
No puede decirse, ni mucho menos que con la salida de la Concertación del poder en Chile, la llamada revolución bolivariana haya perdido un aliado. A pesar de ser de izquierda, ninguno de los grandes partidos de esa alianza política, se parece en lo más mínimo al comandante del Alba. Pero lo que sí puede asegurarse sin temor a errar, es que Sebastián Piñera se convertirá en una piedra en el zapato de los que hasta el domingo pasado, consideraban a Chile como un país que no entraba en la pugna ideológica que hay en América Latina.
Los chilenos respaldarán a su mandatario cuando reciba los primeros embates por sus posiciones; en ese país no existe, ni de asomo, un sentimiento de apoyo al dictador petrolero. Hay que recordar el fuerte respaldo popular que tuvo Bachelet cuando en abril del año pasado, Chávez la criticó por invitar a Joe Biden y a Gordon Brown a una cumbre realizada en Viña del Mar. La llamó burlonamente "progresista" y la acusó de poner en peligro "la unidad suramericana".
Para Colombia, la llegada de Piñera será un respaldo en las desabridas cumbres regionales, y aunque las relaciones con el gobierno que termina nunca han sido malas, Bachelet manejó siempre una neutralidad injusta con nuestro país. El nuevo presidente, por su parte, ha sido muy claro: dijo en su campaña que hay dos caminos en América Latina, uno democrático y otro autoritario. El primero lo ejemplificó con Colombia, Perú y Brasil y el segundo con Venezuela y Cuba. En un momento en el que estamos dejando nuestra dependencia comercial con los vecinos colindantes, Chile es una buena alternativa y Piñera tendrá que ver mucho con eso.
Preparémonos para la pesadez que implicarán las frases de grueso calibre en contra del nuevo jefe de Estado que vendrán desde Aló Presidente. El gobierno de Piñera se sumará así al clan de los que huelen a azufre y la causa de alguno de los males que hoy padece Venezuela será adjudicada en pocos días a la oligarquía chilena.
P.S.: Muy burdos los enfrentamientos de Noemí y Arias. ¿Estarán pensando que tratar de acabar el uno con el otro es una buena estrategia electoral?
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