Jorge Ramos
El País, Cali
Enero 24 de 2010
El presidente Barack Obama sigue comprometido con cambiar el actual sistema migratorio (incluyendo la legalización de indocumentados) y quiere hacerlo en la primera mitad de este año.
¿En qué me baso para decir esto? En las declaraciones de tres personas que están íntimamente involucradas con el tema migratorio y que conocen muy de cerca la forma de pensar de Obama.
“El Presidente está complacido con que el Congreso esté dando pasos para avanzar un proyecto de ley para la reforma integral del sistema migratorio”, me confirmó en un correo electrónico una de ellas, Luis Miranda, el director de medios hispanos de la Casa Blanca. “Estamos comprometidos a enfrentar los retos relacionados con la inmigración de maneras prácticas y efectivas”.
Otras fuentes han afirmado que se está esperando la primera oportunidad legislativa que surja en este 2010, de manera bipartidista, y consideran que el Senado, no la Cámara de Representantes, debe dar el primer paso.
Los senadores Charles Schumer, demócrata de Nueva York, y Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur, son los que ya están trabajando en una propuesta migratoria bipartidista. Sin embargo, no sabemos cuándo van a presentar esa propuesta en el Senado.
El presidente Obama está siguiendo muy de cerca el proceso.
Desde luego, hay mucho más que la legalización de doce millones de inmigrantes indocumentados.
Entre los logros que destaca el gobierno de Barack Obama en el tema migratorio está la agilización del proceso de ciudadanía (acelerando las revisiones del FBI), un nuevo sistema de información del Departamento de Seguridad Interna para seguir los trámites migratorios a través de internet y textos y un importante cambio de estrategia respecto de los indocumentados. En lugar de hacer redadas, como en el gobierno del ex presidente George W. Bush, la administración de Barack Obama se ha concentrado en presionar a los empleadores para que sean ellos quienes despidan a quienes no tienen documentos.
A pesar de los logros anteriores, el tema que aún queda pendiente es el de la legalización de indocumentados. Pero la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, está convencida de que ahora es un buen momento para lograr la reforma migratoria.
El optimismo de Napolitano, según comentó en un reciente discurso, se basa en que el flujo de indocumentados hacia el Norte se ha reducido a la mitad, en que hay 600 millas más de muro fronterizo con México y en que el número de agentes de la Patrulla Fronteriza se ha incrementado a más de 20.000. Esto, de acuerdo con Napolitano, aunado a más recursos para controlar la frontera y los lugares de trabajo (como el sistema e-verify), ha creado las condiciones para que se dé ahora una reforma migratoria.
“Cuando el Congreso esté listo para actuar, nosotros estaremos listos para apoyarlos”, dijo Napolitano.
Una fuente cercana al proceso migratorio me ha informado que la Casa Blanca no quiere hacer un ‘show’ con la reforma migratoria y presentar en el Congreso un proyecto que vaya a fracasar, como ocurrió en el 2007. El objetivo, insistió, es aprobar una nueva ley y para eso los demócratas necesitan la ayuda de los republicanos.
Obama, es cierto, no ha cumplido su promesa de campaña de tener una propuesta migratoria durante su primer año en la Presidencia. Pero, hay que tomar en cuenta la peor crisis económica en ocho décadas que él tuvo que enfrentar en el 2009, y el debate legislativo sobre la reforma al sistema de salud que ha tomado mucho más tiempo y esfuerzo de lo previsto.
La esperanza, sin embargo, ahora radica en que Barack Obama sí quiere una reforma migratoria para este mismo año. Y lo único que les queda a los indocumentados es creerle.
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