Liliane de Levy
El País, Cali
Febrero 19 de 2010
El mundo anda preocupado y la palabra ‘escalada’ acompaña todo comentario relacionado con el peligro de la nuclearización iraní.
En Estados Unidos, los países europeos, en Rusia e incluso en China -gran socio económico de Irán-, parece que el tiempo apremia y las soluciones están fuera de alcance.
Lo confirma un reciente viaje emprendido por la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, a Arabia Saudita, a donde llegó con la misión de obtener garantías de su aliado saudita sobre un suficiente suministro de petróleo en caso de que las sanciones esperadas contra Teherán lleven a los iraníes a recortar sus envíos de petróleo hacia Occidente y China.
Pero, ¿por qué de repente, y después de años de paciencia y persuasión, la ‘escalada’ en la crisis iraní alarma tanto? Simplemente porque todos los días la dictadura islamista de Irán, representada por su presidente Mahmud Ahmadinejad -quien ganó su reelección de manera fraudulenta- amenaza verbalmente a Occidente.
Además se acumulan señales que obligan a tomar estas amenazas muy en serio y a confrontarlas cuanto antes. La más convincente es que a Irán se le han ofrecido en vano todas las ayudas y garantías necesarias para llegar a un acuerdo sobre sus ambiciones nucleares (que Teherán afirma pacíficas y el mundo considera bélicas). Pero los iraníes siguen rechazándolas todas.
Luego, en noviembre pasado, el mundo descubrió la existencia de instalaciones nucleares clandestinas y subterráneas, cerca de la ciudad santa de Qom y ahora tiene la seguridad de la existencia de otras similares.
Esto, sumado a la decisión del Gobierno iraní de elevar la potencia de enriquecimiento de su uranio al 20%, alimenta aún más las sospechas sobre la magnitud de su programa nuclear, su capacidad de producir armas y sus intenciones bélicas.
Por otra parte, la sangrienta represión desatada por el gobierno de Mahmud Ahmadinejad contra la masiva oposición popular a su fraudulenta reelección explica su afán de seguir reprimiendo y explotando la demagogia y el nacionalismo para aferrarse al poder.
Finalmente, preocupa también que el gigante chino se haya convertido en el socio emérito, comercial y energético de Irán. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cree que debe desbaratar tal sociedad en aras de la paz mundial. ¿Lo logrará? Hay dudas al respecto.
Y otra pregunta: ¿Las sanciones doblegarán las peligrosas ambiciones nucleares de Irán? Todo indica que no. Los iraníes, bajo la férula fanática del presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, siguen desafiando. Parecen querer ir a la guerra, dispuestos a inmolarse. Los analistas tildan a Irán de “primer país kamikaze”...
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