lunes, 15 de febrero de 2010

La crisis griega

Editorial

El País, Cali

Febrero 15 de 2010

Cuando parecía que algunos de los peores síntomas de la crisis económica internacional comenzaban a ser superados, el anuncio de Grecia de que podría entrar en cesación de pagos, en virtud de su alta deuda pública y enorme déficit fiscal, ha encendido las alarmas de la comunidad mundial.


Con una deuda que supera su PIB y un déficit del 12,7%, el Gobierno griego puso en vigor tres tipos de medidas que han recibido rechazo mayoritario de su país. Esas decisiones muestran el camino de reformas que amenaza a países como Portugal, España e Italia. Se trata de rebajas de los salarios y las pensiones y de la revisión del sistema de recaudación fiscal.

Desde luego, ni trabajadores ni pensionados ni contribuyentes están satisfechos con los anuncios y han respondido con una huelga general del sector público que tiene paralizada a la nación, mientras preparan una protesta general para el 24 de febrero. Los ciudadanos griegos sienten que les están cobrando a ellos los efectos de la crisis mundial, así como la política económica improvidente de sus autoridades.

Pese a que es una de las menores economías de la zona, la Unión Europea, UE, teme por el efecto que una cesación de pagos pueda tener en otros países que se encuentran en circunstancias similares. “Si no se resuelve la situación de Grecia, puede haber un efecto contagio sobre otras economías con dificultades fiscales. El euro corre peligro”, declaró la consultora Cinzia Alcidi, desde el Centro de Estudios de Políticas Europeas.

Por eso mismo, Alemania y Francia, las grandes economías de la UE, se han manifestado dispuestas a ayudar a Grecia, nación que debe hacer un pago de 30.000 millones de dólares entre abril y marzo. Y el primer ministro griego, George Papandreou, ha salido a decir que su país superará las dificultades y tomará medidas para reducir el déficit a 3% en el 2010.

Pero la Unión Europea, si bien está no sólo dispuesta sino obligada a prestar su apoyo a los griegos, también desconfía del Gobierno de esa nación, al que ha acusado de ‘maquillar’ sus balances en el pasado. Por eso ha manifestado que “Grecia necesita de reformas que cuestan sudor y lágrimas”, con lo que significa que cualquier euro que llegue de ayuda a Grecia deberá tener como contraprestación medidas internas que golpearán duramente a los ciudadanos locales. Pero también a los gobiernos, que han sido laxos a la hora de gastar más allá de las posibilidades fiscales.

Desde luego, la ayuda a Grecia tendrá un impacto en el crecimiento europeo, especialmente en las naciones más solventes, que deberán cargar con el mayor peso de las responsabilidades en su intento por salvaguardar al euro como moneda común y evitar que la crisis se propague a los países en riesgo.

Se trata de una operación de alta cirugía que producirá traumas en el paciente, pero que es inevitable si se quiere que sobreviva. Lamentable que los trabajadores, pensionados y contribuyentes griegos tengan que pagar los platos que rompieron otros. Pero así funciona la economía global, no siempre con justicia.

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