domingo, 14 de febrero de 2010

"La fiesta del Chivo"

Rafael Nieto Loaiza

El País, Cali

Febrero 14 de 2010

Sus amigos le dicen ‘El Chivo’, como al dictador dominicano que inmortalizó Vargas Llosa. Pero entre los miembros del partido comunista cubano es comparado con Beria, el cruel y eficaz jefe de la Policía y el servicio secreto soviético y quien tuvo a su cargo la etapa final de la Gran Purga de Stalin.

Su verdadero nombre es Ramiro Valdés, y es Vicepresidente y tercero en la línea de mando de la dictadura cubana. Chávez lo invitó a “encabezar” la comisión gubernamental que creó para superar la crisis energética que los azota. Nadie, ni siquiera los chavistas más obtusos, lo ha creído. Porque aunque es verdad que Venezuela va a pasos agigantados hacia el colapso eléctrico (al ritmo actual, la hidroeléctrica de Guri, columna vertebral del sistema, dejaría de operar a principios de abril), el Gobierno cubano ha sido un fracaso en materia de generación eléctrica.

Valdés, pues, no sabe nada de energía. Es, en cambio, un represor experto. Fue varias veces ministro del Interior, creador de G-2 y jefe directo de Barbarroja, el comandante encargado de organizar el apoyo a los movimientos guerrilleros comunistas en América Latina. Como responsable directo de los eficaces servicios de inteligencia cubanos, Valdés carga a sus espaldas con miles de fusilados y de prisioneros políticos de la tiranía.

¿Qué hace entonces el tercero en la jerarquía cubana en Venezuela? Todos coinciden en que su propósito es apuntalar el régimen chavista, acosado desde distintos flancos por los problemas de agua y energía, corrupción, inseguridad y desabastecimiento. Chávez está, además, caído en las encuestas.

Y Cuba no se puede dar el lujo de perder a Chávez. Es cuestión de supervivencia. Sin los dólares que le deja al régimen castrista el petróleo venezolano que Chávez envía como regalo y como contraprestación de los 65.000 cubanos que están cumpliendo “tareas sociales” en Venezuela, la tiranía isleña se hubiera derrumbado hace años. Cuba vende en el exterior buena parte del petróleo venezolano que recibe, que en todo caso es mucho más que el que necesita. Gana con la diferencia entre el precio subsidiado y el precio internacional y gana con los miles de barriles de exceso que recibe. Para decirlo con todas la letras, sin la plata del petróleo venezolano, en Cuba, cuyo sistema productivo está colapsado, habría hambruna. De manera que no pueden darse el lujo de perder el control en Venezuela. Y se la juegan toda por mantener a Chávez en el poder.

Chávez, a su vez, necesita a los cubanos. No sólo como referente ideológico y político, sino para afinar los mecanismos de represión interna indispensables para la supervivencia de cualquier dictadura. Chávez, además, no confía en sus Fuerzas Armadas ni siquiera después de la purga hecha tras el fracasado intento del 2002 de desalojarlo del poder. De ahí la propuesta de Chávez de poner fuerzas militares venezolanas bajo control cubano, intento que, según parece, obligó a la renuncia de Ramón Carrizales, Vicepresidente y Ministro de Defensa.

Apuntalar el régimen chavista y preparar la represión son los objetivos de ‘El Chivo’. Malas, muy malas noticias para los venezolanos. Y de paso, para nosotros. No en vano Douglas Bravo, el legendario guerrillero venezolano, sostuvo hace pocos días que no podía descartarse que Chávez, ante la crisis, decidiera “escenificar un conflicto ficticio con Colombia” que, de paso, le permitiera “suspender las elecciones”.

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