María Isabel Rueda
El Tiempo, Bogotá
Febrero 21 de 2010
Ha comenzado a hacer un registro interesante en las encuestas el nombre de Juan Manuel Santos. Ya parece que logró su primera meta de campaña: quedarse con el título de heredero natural de Uribe. Pero el Presidente tiene el 46 por ciento de popularidad y Juan Manuel, el 12. Como heredero, una vez se descarte la reelección, es probable que una limitada capacidad de endoso de Uribe le añada automáticamente a Santos alrededor de otro 10 por ciento. Eso lo hace potencialmente dueño del grueso del aparato uribista, pero aún no le pertenece su base popular. Como están las cosas, Santos tiene comprado uno de los dos tiquetes de la primera vuelta. Pero aún no es propietario del de la segunda, porque allí jugarán duro las alianzas y contra él podría armarse un "toconjuan", todos contra Juan Manuel.
Noemí puede llegar a la segunda vuelta si gana la consulta conservadora, pero según las encuestas, Arias sigue dando la batalla contra su desprestigio político. Solo así Noemí aseguraría el respaldo de buena parte de una colectividad disciplinada que le faltó en sus dos candidaturas anteriores, cuando aprendió que se necesita partido para convertir el favoritismo de las encuestas en votos para ganar las elecciones.
A Fajardo, otro posible contendor de Santos en la segunda vuelta, le pasa lo contrario: que no tiene partido. Despreció uno pequeño que habría tenido si se queda con los tres tenores dentro del Partido Verde, y hasta ahora no hay un solo ejemplo en el país de unas elecciones presidenciales que se hayan ganado solamente con opinión. (Eso ni Uribe: llegó apoyado por un sector del Partido Liberal y todo el Conservador). Pero, además, para los colombianos Fajardo sigue siendo una incógnita. De él solo se sabe que es un matemático descontaminado que no está ni con Uribe, ni contra Uribe. Su fenómeno podría terminar convertido en algo semejante a la burbuja inmobiliaria que casi quiebra a Estados Unidos: que se infla y sube, sube, sube, hasta que se revienta porque solo estaba llena de aire. Pero Sergio Fajardo también puede ser capaz una tarde de estas de mostrar alguna sustancia y convertirse en el beneficiario del "toconjuan". Es el que menos resistencias tendría para atraer el apoyo de otros sectores. A Fajardo lo apoyarían sin repugnancia un sector del Partido Liberal, un sector de la izquierda y, desde luego, sus ex socios, los tres tenores, todo lo cual le daría un juego interesante en la segunda vuelta.
De ahí para abajo veo jugadores, pero aún no veo juego. Las encuestas comienzan a reflejar, más lentamente de lo esperado, que Germán Vargas tiene el programa de gobierno más completo y más serio.
El concepto del fair play que ha llevado a los tres tenores a asociarse, a la vez amenaza con diluirlos en una especie de Hugo, Paco y Luis disfrazados de verde, condenados a ser una fuerza menor de esta contienda.
Lo del liberalismo podría terminar siendo una tragedia. Por un puñado de votos que no fue capaz de rechazar, Pardo está quedando preso de las Arleth Casado.
Y finalmente está Gustavo Petro, un excelente candidato de izquierda en un país de centroderecha. Ha sido valiente al desmarcarse de las alas radicales de su partido, pero va rumbo a convertirse en el hombre apropiado en el momento equivocado.
Sin que se conozca aún el fallo sobre la reelección, parece prematuro el escenario del "sin Uribe". Incluso hay quienes insisten en que la Corte estaría cocinando un cinco-cuatro a favor del referendo. Pero que Uribe ya ande pidiéndole al próximo Presidente de Colombia que nos quiera por lo menos la mitad de lo que él nos ha querido, ¿será porque la ve perdida, o será un truco para que nos empiece a aterrar su partida?
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