miércoles, 10 de febrero de 2010

Unasur apoya a Haití

Editorial

El País, Cali

Febrero 10 de 2010

Por primera vez en dos años, el Presidente de Colombia viaja a Quito. Y aunque el viaje tuviera un motivo sin duda importante como la ayuda a Haití, y no tuviera relación aparente con los problemas que implicaron la ruptura de relaciones con Ecuador, se siente un alivio al ver que la recuperación de la normalidad es la pauta entre los gobiernos de las dos naciones.

Las imágenes del encuentro cordial entre los presidentes Rafael Correa y Álvaro Uribe eran esperadas desde cuando los cancilleres Fánder Falconí y Jaime Bermúdez iniciaron una discreta y eficaz maniobra para acercar sus gobiernos, hace diez meses. Era la acción necesaria para restablecer unas relaciones históricamente entrañables, que fueron rotas por el ataque en territorio ecuatoriano de la Fuerza Pública colombiana contra el campamento de uno de los más poderosos cabecillas de las Farc.

Dejando sin piso las conjeturas que anunciaban una confrontación y un clima tenso en la reunión de la Unión de Naciones del Sur, Unasur, que agrupa a Suramérica, el resultado fue totalmente contrario. Nada de reclamos por el acuerdo militar de Colombia con los Estados Unidos, o de protestas del Mandatario de Colombia por la política agresiva del Presidente de Venezuela contra nuestro país. Por el contrario, la cita estuvo en todo momento marcada por la solidaridad y el deseo de ayuda que se hizo notorio en casi todos los asistentes.

Cinco presidentes de Suramérica y delegaciones del resto de las doce naciones de Unasur sesionaron durante tres horas para acordar la forma en que la organización apoyará el empeño de ayudar a Haití a superar la destrucción que dejó el terremoto del pasado 12 de enero. Con la presencia del presidente René Preval, los asistentes se comprometieron a conseguir con el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, un crédito por US$200 millones, además de aportar otros US$100 millones de sus recursos propios. Además, fue constante el ofrecimiento de materiales y ayudas para construir vivienda, la gran carencia del país caribeño, de especial importancia cuando en pocas semanas empezará allí la temporada de lluvias.

La reunión de Quito fue, entonces, un buen ejercicio de unión en torno a un propósito noble. Y aunque no faltó el consabido discurso ideológico que esta vez provino del Vicepresidente de Bolivia, éste no alcanzó a desviar el objetivo de los asistentes. Ni para opacar el encuentro entre los mandatarios de Colombia y Ecuador, en un ambiente distendido, radicalmente distinto al de otras ocasiones. Pueda ser que la plena reanudación de las relaciones bilaterales sea la pronta realidad que esperan las dos naciones. Y que atrás queden los episodios de confrontación, sin olvidar las razones que los produjeron.

Esta vez salieron decepcionados quienes esperaban una nueva confrontación. Y Unasur demostró que puede ser un foro propicio para el diálogo fructífero, capaz de superar esa atmósfera cargada de intereses políticos distintos y contrarios a la unión de Suramérica para la cual fue creada.

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