lunes, 30 de marzo de 2009

Algo es algo

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Marzo 30 de 2009

Los extraordinarios avances que la ciencia y la tecnología han logrado en todos los campos de la vida humana eran hasta hace poco inimaginables.

Lo que hasta ayer eran fantasías propias de los escritores de ciencia ficción, hoy están al alcance de cualquier persona. Son tan pocas las cosas de la vida cotidiana que no han sido modificadas por la tecnología, que a los niños les cuesta trabajo imaginar cómo era el mundo de sus padres, ni qué decir el de sus abuelos.

El saber práctico se ha impuesto, ciertamente, en todas las esferas de la vida humana. La ciencia ya no requiere de largos períodos para dar saltos cualitativos, ella misma se reproduce inercialmente.

Con buena parte del conocimiento universal a disposición en Internet, la ciencia y la tecnología van dejando de ser un monopolio de unas cuantas sociedades. Asistimos, en ese sentido, a una especie de democratización del saber.

Cualquiera diría que ese fenómeno debe traducirse en un mayor grado de sabiduría del hombre, que le sirva para deponer sus ancestrales odios y poder construir un mundo donde las sociedades convivan en paz, armonía y cooperación. 

La realidad es que hemos avanzado muy poco en esa dirección. Al aumento del conocimiento científico no le ha correspondido una mayor sabiduría. 

Hoy el arsenal nuclear diseminado por el mundo es mayor del que había al final de la Guerra Fría, como son más los conflictos que pueden degenerar en un conflicto atómico. La pesadilla de un holocausto nuclear no desapareció con el fin de la confrontación ideológica entre los Estados Unidos y la ex Unión Soviética.

Ese es el tormento que no deja dormir tranquilos a millones de habitantes en todo el mundo, particularmente a quienes viven en países del cercano y lejano Oriente. 

¿Cómo pueden vivir tranquilos, en efecto, los pueblos vecinos de Irán o Israel, ante un futuro cercano signado por la amenaza de un intercambio nuclear cuyas consecuencias trascenderían sus propias fronteras? ¿Acaso puede haber alguna duda, de que Irán tendrá pronto misiles de largo alcance con cabezas nucleares?

Lo mismo podría decirse del conflicto latente entre India y Pakistán, ambos con armas nucleares listos para cualquier eventualidad, y cada uno con facciones radicales en su interior a la espera de cualquier incidente para provocar una confrontación mayor.

Y mientras esa situación se mantiene invariable, la tecnología nuclear que poseía la ex Unión Soviética se difunde sin ningún control entre sus antiguas repúblicas, muchas con viejos conflictos étnicos y fronterizos.

De otro lado, en el Lejano Oriente las cosas demuestran que son susceptibles de empeorar. Cuando se creía que Corea del Norte había moderado su hostilidad hacia Japón y los Estados Unidos, ahora revive su vieja amenaza contra ellos.

Y lo hace, no con retórica, sino con un cohete de largo alcance que podría sobrevolar por encima del espacio aéreo nipón y llegar a Alaska. Una verdadera amenaza disfrazada con el argumento de que se trata de un cohete para colocar en órbita un satélite de comunicaciones.

Lo anterior llevó a Japón a poner en máxima alerta su sistema de defensa como no lo hacía desde la Segunda Guerra Mundial, cuando su territorio fue bombardeado sin cesar por la fuerza aérea norteamericana.

No hay duda, la ciencia y la tecnología pueden alterar el comportamiento de la naturaleza, pueden encausar ríos, atemperar o aumentar el clima, alterar la estructura genética de los alimentos, observar galaxias distantes, pero la naturaleza conflictiva del hombre sigue siendo igual a la que tenía cuando bajó de los árboles para poblar las llanuras.

Nunca faltan, por supuesto, motivos para tener esperanzas de que la sensatez humana evite que los conflictos nos lleven a los bordes del abismo. Es lo que acaban de anunciar Estados Unidos y Rusia: renovarán pronto un tratado de desarme nuclear que expira en diciembre. 

Aunque se trata de una reducción de ojivas nucleares, no de su eliminación completa, puesto que cada uno seguirá poseyendo un número suficiente para borrar del mapa al otro, algo es algo. Darse pasito, es pues, hasta ahora, lo más que hemos podido avanzar los humanos en cuanto a sabiduría.

 

1 comentario:

roger vallejo dijo...

ES GRANDIOSO para la existencia NO OLVIDAR nunca LA DIGNIDAD HUMANA. "" 1. ¿Qué significa dignidad? Dignidad es grandeza, excelencia; es una calidad o bondad superior por la que algo o alguien goza de especial valor o estima. 2. ¿En qué se basa la dignidad humana? El hombre posee gran dignidad por motivos principalmente espirituales (de ahí que un ateo dispone de menos razones para respetar al ser humano): Estamos dotados de un alma espiritual e inmortal. Hemos sido creados a imagen y semejanza divinas. Poseemos entendimiento y voluntad. Dios se ha hecho hombre: la Segunda persona de la Santísima Trinidad ha tomado la naturaleza humana. Dios nos ama. La gracia otorga al hombre la dignidad especial de hijo de Dios. De ahí que un pecado mortal es lo que más daña al hombre y a su dignidad pues hace perder el don de la gracia y la filiación divina"". ... ES INDISCUTIBLE que todos los seres humanos nos debemos preocupar intensamente, sin desfallecer un minuto, por ser mejores personas todos los dìas en nuestra Trinidad Santa. No es cuento queridos Cibernautas el discurso de los espìritus inmundos, que son precisamente aquellos seres humanos que prenden candela debajo del agua. TODOS nos debemos comportar con respeto hacia el pròjimo y las instituciones. Actuar con la fuerza del bruto, del humanoide, nunca serà concebido como algo correcto. Somos seres humanos, no somos "ceres marranos". Tan sencillo, claro y bendito como el agua. Gracias