jueves, 26 de marzo de 2009

"Olivo Saldaña"

Por Fernando Londoño Hoyos

El Tiempo, Bogotá

Marzo 26 de 2009

Su solo nombre infundía terror. Especializado en la industria del secuestro, su fama triste llenó todos los espacios del Tolima y departamentos vecinos. La prosperidad de su detestable trabajo lo convirtió en personaje de siniestra confianza entre subalternos y jefes, con 'Alfonso Cano' a la cabeza. No hubo negocio en el que no anduviera, complot en el que no participara, contacto que no pasara por sus manos. 'Saldaña', por ser el del dinero, era el de todo.

Se fugó de las Farc con una gran fortuna y en prisión tuvo tiempo y espacio para pensar en las obras de su pasado. Las encontró detestables. Descubrió absoluta carencia de sentido en esa carrera de violencia que no producía más que odio y lágrimas. Tal vez, pensó, tuviera tiempo para expiar sus culpas y reparar tanto daño como el que le hiciera a gente que apenas conoció por el dolor que le causó. Habrá que estudiar más detenidamente el proceso de esa conversión, que trajo uno de los más feroces guerrilleros hasta la causa de la paz y la convivencia. A la que lleva dedicados dos años, enfrentando todos los peligros y soportando sentencias de muerte, una tras otra, que vienen de los siniestros campos de sus antiguos compañeros de aventura.

Allá, en el fondo de la cárcel, empezó su nuevo proselitismo. Y se encontró, quién sabe si para su sorpresa o confirmando antiguas intuiciones, con que la tierra era fecunda para la semilla de esa buena nueva. Y asociado a la empresa de esa mujer extraordinaria que es Liduine Zumpolle, fue trayendo consigo a uno y otro, hasta contar cientos de viejos combatientes, cada uno cargado de prontuarios, amargos recuerdos y cálido deseo de llenar con otra historia lo que les quede de vida.

Ellos son los de Manos por la Paz, que, recluidos en muchas cárceles de Colombia, juran que nada quieren saber de la guerrilla y aseguran que no serán carnada para la falacia de otro intercambio humanitario. Porque odian las Farc. Porque detestan lo que significan y no aspiran sino a derrotarlas. Porque se sienten traicionados por sus discursos canallas, por sus mentiras sistemáticas, por sus crueldades inútiles.

Como seguramente no podrán reparar en dinero ni bienes, tienen un tesoro para ofrecer. Y es la verdad. La que ha sido groseramente mancillada, retorcida, encadenada en el mejor de los casos. Para restablecerla plenamente, hacen la ofrenda de sus testimonios, cuya intensidad dramática cualquiera puede anticipar. Ahora, los que han jugado con verdades a medias o con imposturas afrentosas para desarrollar la llamada 'parapolítica', los que han prometido defender los derechos humanos, cuando son, directamente o por sus amigos de ocasión, los grandes culpables de nuestra tragedia, tendrán que enfrentar a los que sí saben, a los que sí vivieron el drama y lo apuraron como el cáliz sagrado hasta la última gota, a los que están dispuestos a la verdad, dura y salvaje, como fueron sus vidas mismas.

'Olivo Saldaña' ya empezó a decir lo que sabía. Ya nos contó cómo elegían las Farc a Alfonso Gómez Méndez al Congreso; cómo elegían a su segundo, porque era un guerrillero; cómo actuaba cierto personaje, también de las Farc, uno de cuyos hijos fue dado de baja y la otra es funcionaria muy alta de la Fiscalía General de la Nación, donde se ahogan todas las investigaciones sobre la guerrilla en el Tolima; las hazañas del ex gobernador Jaramillo; las secretarías que negociaban las Farc para dominar políticamente el departamento; los sindicatos que infiltraban y los que fundaban para aparentar luchas democráticas y reclamar la vigencia de derechos humanos. 'Saldaña' nos puso ante un horizonte pavoroso. Que por lo mismo quiere ser condenado al silencio. Es una vieja y conocida conspiración, que esta vez no resultará. Hoy, 'Saldaña' es Gestor de Paz y tendrá que ser escuchado.

 

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