jueves, 26 de marzo de 2009

Falso romance

Por Cayetano Llobet

El Tiempo, Bogotá

Marzo de 2009

Las sonrisas y coqueteos entre Obama y Lula son parte de un concurso de hipocresía disfrazadora de altas dosis de pragmatismo. Para Estados Unidos, América Latina -igual que James Bond- ha perdido todo el interés que tenía mientras duró la guerra fría. Hoy, la región no tiene ningún peso de consideración mundial: ¡ocho por ciento de la inversión global! Y a Brasil, lo que menos le interesa es la presencia de Estados Unidos en la región suramericana. Es lógico, porque mientras menos USA, ¡más Brasil!

Lula es un interlocutor maravilloso en la medida en que no es un Lula: ¡son dos!  El que, en Brasil, dirige una economía ortodoxa en su liberalismo, acoge inversiones, les proporciona garantías, se integra a los valores del capitalismo mundial, trata de mantener el ritmo de modernización e integración globalizadora, y el otro: el del discurso populista externo, impregnado de su experiencia sindical, que juega y manipula con los experimentos "bolivarianos" y "plurinacionales" de Chávez y Morales. No es verdad que Chávez le esté disputando hegemonía regional a Lula: dadas las proporciones, Lula juega alegremente con el exotismo tropical del venezolano, que, en sus delirios totalitarios, se imagina "comandante de América".

¿Qué ve Estados Unidos en América Latina? A México y Centroamérica y al Caribe que, por inmigración, integración económica y dependencia, remesas e influencia de votación, pesan más en la política interna, que en la definición de la política exterior norteamericana. A Brasil, por ser la potencia regional; a Chile, y a Colombia. Habrá que hacer notar que desde Perón en adelante, y a pesar de todas las bajadas de pantalón de Carlos Ménem, Argentina no ha sido considerado socio  de los Estados Unidos y los argentinos pagaron cara su ilusión militarista de apoyo gringo en su guerra contra los ingleses. Que los Kirchner, con su gobierno de bienes gananciales, estén convencidos de que lideran la lucha contra el imperio, es parte de su mediocridad, ¡no de la historia!

Obama sabe que América Latina no está en su agenda. Está la crisis, en primer lugar; la crisis en segundo, la crisis en tercero y, probablemente, el Medio Oriente, en cuarto. Pero tiene que aparecer esta parte del continente y, obviamente, su mejor representación es Brasil. Es decir, "te quiero, porque tengo que decirte que te quiero, aunque no me importes".

Y Lula feliz, porque puede darle recetas que sabe que Estados Unidos no puede aceptar  -por el momento, por lo menos-, como el levantamiento del embargo a Cuba, la suspensión de la política proteccionista a su producción agrícola y la apertura y sonrisa a las genialidades del "socialismo del siglo XXI".  En otras palabras: "no hagas lo que te aconsejo que hagas". 

Mientras tanto, el conjunto latinoamericano va definiendo sus dos opciones: la de integrarse al bloque La Habana-Caracas-La Paz, cada vez más extendido geográficamente, más endurecido políticamente y, ¡lo que son las paradojas!, cada vez más esmirriado económicamente,  o la de su integración a la modernidad del capitalismo profundamente herido. Probablemente, la elección de Mauricio Funes en El Salvador sea una buena síntesis de la definición del romance: lo postulan los guerrilleros antiimperialistas, pero tiene que mejorar sus relaciones con Estados Unidos: ¡17 por ciento de su producto interno bruto son remesas! 

Lo de Lula y Obama son sonrisas...

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