jueves, 19 de marzo de 2009

"Es el empleo, estúpido"

Por Guillermo Perry

El Tiempo, Bogotá

Marzo 19 del 2009

La desaceleración económica que estamos sufriendo como consecuencia de la crisis internacional acarreará muchos problemas para nuestra sociedad. El más grave será el deterioro de la situación de empleo, tanto por sus consecuencias sociales como económicas: la pérdida de capacidad de gasto de los desempleados acentuará la considerable caída de la demanda doméstica y puede llevarnos a una recesión. Clinton popularizó el eslogan "es la economía, estúpido" cuando derrotó electoralmente a Bush primero, y seguramente el empleo será el centro de la discusión pública en el próximo año en Colombia.

Desafortunadamente, el momento nos toma sin un verdadero seguro de desempleo, que hubiese podido ayudar a aliviar la situación, y con los impuestos (o sobrecostos) a la generación o permanencia del empleo formal más grandes de América Latina. Estos, conjuntamente con un salario mínimo alto como proporción del salario medio de la economía, han hecho que el desempleo y la informalidad se mantuvieran muy elevados en Colombia aun durante el período de alto crecimiento de los años pasados. Es importante que lo que se haga ahora al respecto apunte a solucionar estos problemas estructurales del mercado laboral.

A esta situación se suma un escaso margen fiscal del Gobierno, debido a que no se ahorró durante el boom y al folclor de nuestro Ministerio de Transporte. En estas circunstancias, hay que ser muy selectivo en el uso de los escasos recursos disponibles.

Planeación ha propuesto un plan viable de choque, aunque necesariamente modesto, basado en la aceleración de programas que se encuentran listos para ejecutar. Varios requieren la cooperación de departamentos y ciudades (planes departamentales de agua, construcción y mantenimiento de vías departamentales y urbanas, planes de vivienda), que están en capacidad de aportar recursos y endeudarse gracias a que manejaron sus finanzas con más prudencia que la Nación en los últimos años. Como estos programas exigen continuidad (en particular los de agua y mantenimiento vial), su sostenibilidad futura requerirá mayores recursos fiscales territoriales, que podrían asegurarse con la reforma de las finanzas regionales que se ha anunciado.

Por su parte, la expansión prevista de Familias en Acción podría reorientarse transitoriamente. Lo más urgente (desde el punto de vista social y macroeconómico) es mitigar el impacto de la crisis sobre los hogares de ingresos bajos cuyos jefes están perdiendo empleos formales. Estas 'Familias en Emergencia' podrían recibir un subsidio a término fijo para evitar un colapso de su capacidad de gasto. Esta podría ser una solución de transición mientras se estructura un seguro de desempleo bien diseñado, que nos evite que las crisis futuras nos vuelvan a coger con los pantalones abajo.

Además, hay que mitigar el efecto perverso de los exagerados costos laborales no salariales en contra del empleo formal. Una solución de transición sería la de reducir (al menos temporalmente) los parafiscales y algunas contribuciones a la seguridad social con respecto a los trabajadores formales que ganen cerca del mínimo (una reducción mayor mientras más bajo sea el salario) y para los que tienen empleos de tiempo parcial.

Esta propuesta tiene dos fundamentos: los impuestos al salario son especialmente altos (más del 70 por ciento) para estos trabajadores, que tienen mayor riesgo de perder sus empleos y caer en la pobreza. Simultáneamente se debería estructurar una reforma de fondo que sustituya la mayor parte de estos impuestos al empleo formal por unos generales para que el país pueda tener un mercado laboral con bajo desempleo y baja informalidad. Esta es una macrorreforma políticamente difícil. El Gobierno y el país deben convencerse, sin embargo, de que el empleo de los colombianos de bajos ingresos debe estar por encima de cualquier interés particular.

En síntesis, algo se puede hacer para mitigar la crisis de empleo que se avecina a pesar de las restricciones fiscales y laborales. Igualmente, debemos aprovechar esta circunstancia difícil para resolver los serios problemas estructurales de nuestro mercado laboral. Crisis y oportunidad tienen un mismo ideograma en el alfabeto chino.

 

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