jueves, 26 de marzo de 2009

Cepeda y sus falacias

Por: Ernesto Yamhure

El Espectador, Bogotá

Marzo 26 de 2009

Por estos días de fecunda producción literaria, salió a la venta un libro escrito por Iván Cepeda y Jorge Rojas, sugestivamente promocionado con el título A las puertas de El Ubérrimo.

Se trata de un documento breve —155 páginas—, que se autoproclama de manera pretenciosa como una “exhaustiva investigación” en procura de un “hondo recorrido por la historia del paramilitarismo en Córdoba”.

 

A Iván Cepeda Castro, por lo general, no se le pueden hacer comentarios. Quien diga algo sobre él, sobre sus escritos o sobre sus posiciones ideológicas, inmediatamente será tachado de paramilitar y de asesino. Ese individuo siempre reacciona frente a las críticas alegando que “se le ha colgado una lápida en la espalda”.

 

Hecha la salvedad, es conveniente plantear unos primeros comentarios sobre el libro en cuestión. En efecto, se trata de un documento sensacionalista, cargado de imprecisiones, mentiras y citas falsas que no son sustentadas a pie de página, supuestamente para “preservar la vida e integridad” de algunos testigos. Con esa licencia que se permitieron los “rigurosos” investigadores, hay cientos de frases entrecomilladas cargadas de veneno y carentes de sustento.

 

Las generalizaciones son muy comunes en las gentes torpes y fanáticas. En esta oportunidad, el libelo de Cepeda tiende un manto de duda sobre el proceder de los ganaderos y finqueros cordobeses a quienes echa a todos en el mismo saco, imputándoles su responsabilidad en los crímenes cometidos por los paramilitares, desconociendo de tajo el sufrimiento que padecieron durante décadas por el accionar criminal de la guerrilla, fenómeno sobre el que pasó de largo. Eso sí, no ahorró esfuerzos cuando explicó en tono romántico el surgimiento de esas organizaciones terroristas: “En Córdoba, los frecuentes desmanes de la Fuerza Pública, la arbitrariedad de una justicia al servicio de los grandes dueños de la tierra y la inequitativa distribución de la riqueza sirvieron de pretexto y justificación para la creación de grupos de guerrillas que alegaban que su alzamiento en armas era para defender a los campesinos sin tierra”.

 

El objetivo inalcanzado de los escritores consistía en demostrarles a los lectores que el presidente Uribe tiene fuertes vínculos con los paramilitares. Para ello, se valieron de algunas informaciones a las que les asignaron absoluta credibilidad, por ejemplo las de los jefes de las autodefensas. Cuando una fuente es veraz, lo es para todo. En ese orden de ideas, tanto a Cepeda como a Rojas, sospechosamente se les olvidó una declaración de Carlos Castaño de 2002, cuando indicó que el candidato que les gustaba a las Auc no era Álvaro Uribe sino Noemí Sanín.

 

Con una mala fe a prueba de todo, el libro recurre a una falacia lógica que se puede explicar de la siguiente manera: (premisa 1) En el departamento de Córdoba hay paramilitares. (premisa 2) La finca del Presidente queda en el departamento de Córdoba. (conclusión) El Presidente es cómplice de los paramilitares.

 

Estoy convencido de que los autores del folleto creen que éste se convertirá en punto de referencia obligado. Es imposible que esto suceda, por cuanto se trata de un documento falaz y en el que desde la primera hasta la última letra se nota el ánimo de causar daño político, razón por la que más temprano que tarde ese panfleto será controvertido en su totalidad.

 

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