viernes, 20 de marzo de 2009

Ciudad de oportunidades

Por Francisco Javier Saldarriaga A

El Colombiano, Medellín

Marzo 20 del 2009

En Medellín se están haciendo cosas y esas no son las que realizan quienes llegan al poder para complacer deseos inmediatos y efectistas de las comunidades. Es claro que las urgencias deben atenderse como tales, pero esas urgencias empiezan a desaparecer cuando se trabaja con planificación. El objetivo es convertir a Medellín en una ciudad de oportunidades, a eso le están apuntando las autoridades, de ahí que se construyan colegios de calidad, se invierta en la promoción al exterior de la ciudad, se traigan eventos como la Asamblea del BID, los juegos de Odesur en el 2010 y, además, se insista en la capacitación de todos los ciudadanos para que quienes vengan a crear empresas, se encuentren con personal dispuesto y calificado para laborar en ellas.

Tenemos un pueblo inteligente que creyó en una propuesta para la ciudad, prueba de ello es la continuidad en la filosofía de gobierno que eligió, cuando se percató de la importancia y los beneficios futuros que se proponen.

El metrocable es tal vez una de las mayores revoluciones pacíficas que se han realizado en la historia de la ciudad. La idea surgió durante la segunda alcaldía de Juan Gómez Martínez, Luis Pérez Gutiérrez lo construyó en gran parte y lo inauguró Sergio Fajardo Valderrama, quien además decidió la intervención en las zonas de influencia. El resultado salta a la vista de propios y extraños, con el cambio de cara de los habitantes, la felicidad que transmiten y la armonía que han alcanzado en su convivencia. Ya llegó el del occidente que muy seguramente traerá consigo beneficios similares a los que llevó el de Santo Domingo y sus alrededores; esperamos que la continuación de éste, hasta Piedras Blancas, sea un total éxito para la ciudad, ya que le abrirá un espacio ecológico y muy hermoso para disfrutar.

Con esta obra se logró la inclusión real a la ciudad de cientos de miles de habitantes que a diario invertían entre 1 y 3 horas en el transporte tanto a su trabajo como de regreso a sus hogares, la disminución en este tiempo se traduce en más horas de convivencia entre las familias, más posibilidades de transmisión de principios y mayores facilidades para el estudio, tanto de hijos como de progenitores.

Esto redunda en mejores oportunidades para todos y se refleja en el comportamiento de las personas que de un momento a otros se vieron incluidas en un conglomerado social que los acogió con naturalidad. No hay diferencias en el metro y mucho menos en metrocable, y eso es motivo de orgullo. Esa igualdad y ese compartir asombran a los extranjeros.

 

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