martes, 17 de marzo de 2009

Emprender futuro!

Por Marta Lucía Ramírez*

El Tiempo, Bogotá

Marzo 17 de 2009

 

Llegó el momento de hacer un cambio a fondo en la cultura económica colombiana para afrontar con seriedad los desafíos del terrorismo y el narcotráfico, reforzados ahora por la crisis económica global.

 

Colombia ha basado la oferta de bienestar económico de sus ciudadanos en el culto al salario; es decir, que para un colombiano es más cómodo y rentable ser empleado que empresario, y como la reacción natural a la recesión es el desempleo originado en los despidos masivos, estamos en una situación de vulnerabilidad realmente dramática.

 

En las cifras de desempleo del Dane nos echamos la mentira piadosa de que nuestro problema de empleo está relativamente controlado, cuando detrás de la medición, para empezar, nos hace fieros un 45 por ciento de trabajadores del rebusque que son considerados por la muestra como "empleo informal".

 

El Estado no puede eludir la responsabilidad de garantizar a sus ciudadanos la protección social de su actividad laboral legítima. Lo que las cifras señalan es que nuestra economía se volvió informal y que no habrá quien responda cuando se derrumbe esa otra pirámide.

 

El tema del empleo ha estado alejado de las discusiones centrales, tanto del Congreso como a nivel gubernamental. La crisis internacional ya atravesó nuestra puerta, mientras el país económico y el país político se encuentran absortos en este reality de la reelección, la mecánica electoral, la guerra con los vecinos y las disputas de los partidos.

 

Las medidas adoptadas no muestran la contundencia necesaria para encarar efectivamente la situación. Si en un año el desempleo "formal" creció del 11 al 14,2 por ciento, es muy posible que en lo que resta del 2009 lleguemos a cifras peores que las registradas en 1999 y el 2000. Muy pronto tendremos 11 millones de trabajadores, más sus familias, sin protección social, sin capacidad de aportar al sistema pensional, pensando en sacar a los hijos del colegio o retirarlos de la universidad. Es decir, una sociedad expuesta a la alternativa de la ilegalidad, de donde se alimentan el delito, la violencia y la inseguridad.

 

Debemos abrir caminos de oportunidades para equilibrar empleo, productividad y competitividad. Hay que pasar ya del rebusque al emprendimiento y orientar los esfuerzos hacia el fomento del talento y la capacidad de los colombianos. Hagamos de Colombia un país de pequeños grandes empresarios. Está demostrado que el emprendimiento motiva el crecimiento económico, al tiempo que es una alternativa eficiente y sostenible para la generación de empleo.

 

Parte del camino está abonado por el gobierno de la Seguridad Democrática, que ha transformado el sistema educativo para enfrentar los retos de la competitividad en un mudo globalizado. Pero no es suficiente, necesitamos dar más instrumentos a nuestros ciudadanos para que confíen en sí mismos y en su capacidad de generar nuevas empresas, más educación, más crédito para el emprendimiento, más y mejor asistencia técnica, más y mejor infraestructura y más inversión en el campo.

 

La paz de Colombia comienza por el campo. Un verdadero cambio cultural en materia económica requiere la audacia de utilizar gradualmente los recursos de familias en acción para desarrollar proyectos productivos que generen riqueza, emprendimiento y empleos nuevos y sostenibles que brinden seguridad económica a las familias. Esa es la prioridad.


Creación masiva de empresas es el camino de la seguridad económica y social. Es el momento de emprender futuro.

 

* Precandidata presidencial por el partido de la U 

 

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