viernes, 27 de marzo de 2009

Revés en una cadena de victorias

Por Álvaro Valencia Tovar

El Tiempo, Bogotá

Marzo 27 de 2009

Las fluctuaciones de la guerra afectan con mayor frecuencia a los conflictos armados internos. A falta de grandes batallas y episodios en gran escala, las luchas irregulares se caracterizan por una multiplicidad de acciones menores, desde simples escaramuzas hasta combates de corta duración pero que llegan a alcanzar dimensiones estratégicas por su significación y consecuencias. Frente a la superioridad militar de los ejércitos, las guerrillas o facciones que utilizan las tácticas irregulares hallan en el ambiente geográfico, la oscuridad de la noche, el apoyo de la población civil y en ocasiones la ayuda externa, los medios de buscar un equilibrio del poder comparado.

El proceso ascensional de las fuerzas revolucionarias de corte guerrillero lo configura la sumatoria de éxitos menores, esparcidos en el territorio que les brinda su naturaleza, por lo general selvática y montañosa, para hallar escondrijos y golpear por sorpresa fracciones regulares en particular durante sus desplazamientos. En Colombia, ese proceso alcanzó su ordenada máxima con la zona de despeje del Caguán, que permitió a una de las dos fuerzas insurrectas en pie de guerra una acumulación de medios y combatientes nunca antes registrada.

A partir del 2002, las fluctuaciones en el desarrollo de la confrontación marcaron incuestionable ventaja para la Fuerza Pública. Dos factores contribuyeron en forma decisiva a este "giro del destino", al decir de Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial: la Política de Seguridad Democrática del Gobierno y la transformación doctrinaria y material del instrumento militar del Estado. La confrontación armada cambió definitivamente de fisonomía, con resultados que han permitido al Comandante General de las Fuerzas Militares, general Freddy Padilla de León hablar del "fin del fin".

El año 2008 fue, sin duda, el comienzo de ese fin, que tuvo en la 'Operación Jaque' su punto cenital, con una demostración de pericia, recursividad, audacia y desarrollo tecnológico reconocida por el pensamiento militar del mundo. Recuperada la iniciativa estratégica y alcanzado un nivel de eficiencia traducido en el éxito repetido, las Farc comenzaron a desmoronarse. El secretariado perdió varias de sus máximas figuras. Jefes de frente y columna cayeron abatidos o prisioneros, en tanto unos cuantos se entregaban en deplorable situación forzada por las operaciones militares. La última de estas, 'Fuerte', desbarató las instalaciones ocultas levantadas en torno a cuevas que garantizaban refugios antiáereos impenetrables. Allí, las Farc trataban de reemplazar la base logística ocupada exitosamente por la Fuerza de Tarea Omega, constituida por componentes de todas las Fuerzas.

La ofensiva general, exitosa en todo el territorio donde subsistían reductos y organizaciones de las Farc, se tradujo en capturas y bajas de importantes cabecillas y de combatientes experimentados, entre los cuales cayeron prisioneros once miembros de la guardia personal del arrogante 'Mono Jojoy', reducido a un enfermo fugitivo.

El pasado lunes 23 en la noche, un sensible revés alteró la cadena de éxitos, con la muerte de cuatro soldados y la desaparición de otro, de quien hasta el momento no se tiene noticias. Tal parece que la operación 'Fuerte' está chocando contra el núcleo de veteranos curtidos en el combate guerrillero que constituye la guardia personal de 'Jojoy', responsable de la emboscada en cuestión. Es posible que uno de los círculos de seguridad del reconocido cabecilla esté siendo vulnerado por el Ejército, pues la baja de dos guerrilleros fue lo que facilitó la emboscada cuando la fracción que la ocasionó reconocía los cadáveres, sin las preocupaciones de rigor. Otros jóvenes en uniforme enlutan su bandera y sus hogares, pero la Fuerza de Tarea prosigue su misión. Así es la guerra.

 

 


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