jueves, 19 de marzo de 2009

La gran oportunidad de Funes

Editorial

El Colombiano, Medellín

Marzo 19 del 2009

El Salvador eligió a Mauricio Funes como presidente y espera de él que cumpla con su propuesta de campaña de gobernar con justicia y libertades democráticas. No le será fácil: el Farabundo Martí es un partido dividido y bajo el influjo de Hugo Chávez.

La metáfora de que El Salvador se levantó el lunes con los brazos abiertos para recibir la propuesta de "unidad nacional" que ofreció el electo presidente Mauricio Funes, del izquierdista partido Farabundo Martí para la Liberación Nacional (Fmln), contrasta con la estrechez de la realidad política del país centroamericano, después de 20 años de gobierno conservador representado en la Alianza Republicana Nacionalista (Arena).

Sin una mayoría simple en la Asamblea Legislativa, que en El Salvador es unicameral, con un Farabundo Martí fragmentado internamente entre un ala moderada cercana a Estados Unidos, a la que dice pertenecer Funes, y otra de marcado socialismo chavista, la división aparece como el primer gran obstáculo, entre muchos otros, en la tarea de hacer "un gobierno para todos", como lo prometió el electo presidente.

Funes parece que lo entendió de entrada y planteó que su primer gran objetivo es lograr el consenso político alrededor de un programa de gobierno que se fundamentará en consolidar la paz, combatir el narcotráfico y contener la violencia callejera que mantienen las maras o pandillas, y diseñar un duro ajuste fiscal, debido a que El Salvador será uno de los países más golpeados por la recesión económica en Estados Unidos, su mayor aliado comercial y fuente de envío de millones de dólares en remesas.

Lo apretado de la victoria de Mauricio Funes sobre Rodrigo Ávila, 51,3 contra 48,7 por ciento, del 99,4 por ciento de los votos escrutados, demuestra que no será fácil para ninguno de los dos partidos mayoritarios imponer condiciones. Eso será una oportunidad para fijar reglas de juego claras, en las que todos puedan convivir armónica y pacíficamente.

Con todas las fisuras que dejan siempre los conflictos armados, los acuerdos de paz que el Farabundo Martí y Arena firmaron en 1992, después de 12 años de violencia y cerca de 75 mil muertos, son un buen case para apostarle al consenso que ofrece Funes. La masiva participación en las urnas (61 por ciento de 4 millones 200 mil votantes habilitados) es un claro mensaje para ganadores y perdedores: ninguno podrá gobernar solo.

Lo que no significa, y eso hace parte de los riesgos a los que se enfrenta Funes, que El Salvador tenga que caer en los tentáculos del llamado "Socialismo del siglo XXI", que comanda Chávez en otros países de la región como Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

La rápida aclaración que el propio Mauricio Funes hizo minutos después de proclamarse vencedor trajo tranquilidad: "Soy de centroizquierda y mi modelo, sin duda, tendrá una fuerte influencia de Lula da Silva, de Brasil, y una relación permanente con Estados Unidos".

Funes ganó las elecciones, pero no aseguró su gobernabilidad. Ojalá le vaya bien. Así lo esperan los salvadoreños y el mundo entero.

 

 

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