lunes, 30 de marzo de 2009

El liberalismo se dispara en el pie

Por Mauricio Vargas

El Tiempo, Bogotá

Marzo 30 de 2009

Hace pocas semanas, en su nota editorial de domingo, EL TIEMPO planteaba que el Partido Liberal tenía el desafío de recuperar "el centro perdido". El periódico tenía razón. Y todo indica que al jefe del liberalismo, el ex presidente César Gaviria, le gustó el enfoque de la nota. De hecho, la colgaron en la página web del liberalismo. Lamentablemente, fue la única señal de que el partido rojo estaba interesado en el centro del espectro político. Con otras actitudes, desmiente ese propósito.

El liberalismo debe recuperar el centro, porque al haber girado a la izquierda terminó peleando con el Polo Democrático los votos de esa franja y, de paso, le dejó los votantes centristas al presidente Álvaro Uribe. El colombiano de clase media urbana, centrista por naturaleza y que, por ello mismo, se ha identificado casi siempre con el liberalismo, se asusta cuando al partido le da por coquetear con el Polo o con el canje que quieren las Farc. Y entonces, a pesar de que a ese colombiano no le gusta el discurso por momentos retardatario de Uribe, y menos su búsqueda de un tercer mandato, se refugia en la seguridad que le ofrece el Presidente, porque no le hace concesiones al izquierdismo.

A ese colombiano promedio, que es decisivo en las elecciones, lo siguen asustando las Farc. Las ve golpeadas, pero no acabadas. Y le aterra que 'Alfonso Cano' se haya jugado de lleno por la vía terrorista. No hay duda de que si las Farc siguen con las bombas y los planes de atentados personales, harán que ese colombiano del que hablo corra a votar el referendo reeleccionista en noviembre, y a elegir a Uribe por tercera vez el año entrante.

Que 'Cano' esté tan desenfocado no debe sorprender. Al fin y al cabo, lleva años en la selva o viajando por el exterior, sin tener idea de lo que pasa de verdad en las ciudades colombianas, que concentran el 75 por ciento de la población. Lo grave es que los dirigentes liberales no se den cuenta. Mientras Piedad Córdoba, su más posible candidata, según recientes encuestas, trata a las Farc como si fueran hermanitas de la caridad, la dirección liberal no dice esta boca es mía cuando resulta imperativo condenar atentados terroristas como el de Neiva hace algunas semanas, o como el develado plan para asesinar al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y a su hermano, el presidente de la SIP, Enrique Santos.

Yo sé que en el liberalismo muchos dirigentes odian al Ministro. Pero de ahí a pasar de agache ante lo que destapó la Policía hay mucho trecho. Como no leí ni escuché condena alguna del Partido Liberal a este siniestro complot, me metí en la página web del liberalismo, convencido de que algún comunicado de al menos tres líneas iba a encontrar. Pero nada. Un silencio elocuente. Mientras los dirigentes liberales acusan a Uribe y al Ministro de cuanta cosa -a veces con razón, a veces sin ella- se comportan frente al terrorismo con una timidez que indigna. Está muy bien que le hagan debates al Gobierno por el escabroso y criminal asunto de los 'falsos positivos'. Pero con esa misma firmeza deberían rechazar los preparativos homicidas de las Farc. El propio Gaviria ha debido salir de primero la semana pasada a condenar con vehemencia esos planes.

Tiene lógica que el ex presidente les exija a los precandidatos liberales oponerse a Uribe y a su segunda reelección. Y también la tiene, reitero, que los liberales le hagan debates al Gobierno. Al fin y al cabo, el liberalismo está en la oposición. Pero si acompañan eso con posturas gelatinosas frente al terrorismo, la receta quedará incompleta y el mensaje liberal terminará por ahuyentar al elector de centro, que debería ser su objetivo para conquistar. Si el liberalismo sigue duro con Uribe, pero blando con las Farc, todos los tiros que dispare le darán en su propio pie.

 

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