lunes, 30 de marzo de 2009

"Insaciable consumo"

Editorial

El Colombiano, Medellín

Marzo 30 de 2009

Llegó el esperado día para los países que hemos padecido la violencia del narcotráfico: el del reconocimiento de Estados Unidos de su corresponsabilidad en este flagelo que atenta contra la humanidad. El mea culpa lo dio Hillary Clinton. Aceptada su participación como un eslabón de esta cadena, por el consumo, se esperan soluciones globales en la lucha contra las drogas.

La contundencia de las palabras de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en su primera visita oficial a México, no dejan ninguna duda sobre el mea culpa de Estados Unidos en la ola de violencia causada por los estupefacientes: "Nuestra insaciable demanda de drogas ilegales impulsa el narcotráfico. Nuestra incapacidad de evitar el contrabando de armas, causa la muerte de policías, soldados y civiles. Siento fuertemente que tenemos corresponsabilidad", dijo la alta funcionaria.

Esta nueva conciencia nos abre la esperanza de que el Gobierno estadounidense haga similares planteamientos respecto a nuestro país, para que en el combate contra el narcotráfico, que a diario realizamos, se continúe con su ayuda cada vez más efectiva. Reiteramos nuestra posición en el sentido de que el Plan Colombia no debe acabarse, aunque sí replantearse para ajustarlo a la situación actual de Colombia y del mundo.

Respecto a México se empiezan a ver acciones concretas de Estados Unidos. Es una buena señal el anuncio hecho por la señora Hillary de que su Gobierno está interesado en la construcción, en suelo mexicano, de una oficina conjunta para luchar contra el narcotráfico, y la destinación de 720 millones de dólares para modernizar los pasos fronterizos.

Ahora más que nunca Estados Unidos, como principal consumidor de drogas ilegales, se da cuenta del grave peligro que para su seguridad nacional y gobernabilidad implicaría que la violencia del narcotráfico pase el Río Bravo y se instale en su territorio con su nefasto y sangriento poder. Algo totalmente posible si no toman medidas drásticas contra el consumo.

Como lo decíamos en un pasado editorial, Estados Unidos tiene el problema en las narices. Y si no quiere que se le asiente en su propia casa, deberá pasar de la función de certificar o no a los países productores y comercializadores, a diseñar una política de Estado en su lucha antidrogas, incluido el consumo como parte fundamental de la cadena completa del negocio prohibido.

Creemos que el Gobierno de Obama ha comenzado a recobrar terreno, con la sensata admisión de su responsabilidad. Y con las palabras del vicepresidente, Joseph Biden, admitiendo que su país "debe hacer más" para reducir la demanda de drogas ilícitas. Celebramos además el reconocimiento que él hizo en torno a los esfuerzos de México y de Colombia para erradicar este flagelo.


Sin embargo, aún debe avanzarse para que todos los poderes de la Nación estadounidense entiendan que el narcotráfico es un crimen transnacional y que quien lo cometa deberá tener las mismas penas y consecuencias, sin importar su nacionalidad u origen. No debe haber tratos discriminatorios, como hasta ahora se han dado, ya que por el mismo delito se juzga y sanciona en forma diferente, por ejemplo, a los colombianos y a los estadounidenses.


Valoramos en toda su magnitud la trascendental declaración de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que ha puesto el dedo en la llaga de su propio país y ha comprendido que de no combatir el consumo interno, se habrá perdido la batalla contra las drogas ilícitas. ¿Lo entenderán así sus compatriotas y el resto del mundo, incluida la indiferente Europa? Por el bien de la humanidad entera, así lo esperamos.

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