jueves, 19 de marzo de 2009

Las razones de "Pacho"

Por Rafael Pardo

Revista Cambio, Bogotá

Marzo 19 de 2009

 

Si Colombia no replantea su relación con Estados Unidos, ellos lo harán a su medida.

 

Le han caído rayos y centellas al vicepresidente Francisco Santos por haber dicho algo cierto e innegable: que las relaciones con Estados Unidos necesitan un replanteamiento. El ‘vice’ lo viene diciendo desde hace rato, y lo repitió hace un par de semanas en una entrevista para Los Ángeles Times. En Washington se da como un hecho que la relación especial que tuvo como columna vertebral la amistad ideológica Uribe-Bush se agotó, quedó en el pasado y necesita un sustituto.

 

La diplomacia colombiana tiene dos opciones: o propone un esquema novedoso para su relación con Washington, o asiste como convidado de piedra a un rediseño hecho por E.U., y a la medida de E.U. La primera alternativa está llena de oportunidades: buscar un esquema de trabajo digno y constructivo con el gobierno de Barack Obama sobre temas en los que hay intereses comunes y conservar el valor que significa para Colombia ser un aliado confiable en medio de una subregión gobernada por mandatarios inciertos y cambiantes como Hugo Chávez y Rafael Correa. Si Colombia ajusta su carta de presentación, deja a un lado la retórica anti-terrorista y se sintoniza con las sensibilidades del nuevo gobierno, puede seguir siendo visible en el radar del Departamento de Estado.

 

Pero al Vicepresidente lo han tratado como un loquito por decir que se necesita un cambio (el propio Santos pidió excusas por su ‘pilatuna’), lo cual indica que para el Gobierno es una herejía plantear un giro y que todavía cree viable la estrategia de la época de Bush: buscar acercamientos personales para construir química con los nuevos interlocutores y forzar la prolongación de la ‘relación especial’ para que el Congreso, en algún momento, apruebe el TLC y el Plan Colombia. Este despistado planteamiento desconoce que Estados Unidos construye sus relaciones en función de sus intereses y no de la amistad personal, y que ningún aliado especial le dura mucho tiempo.

 

El Plan Colombia no es una opción de largo plazo. Desde sus tiempos como Embajadora en Bogotá, Anne Patterson –una de las candidatas más firmes a la crucial posición de subsecretaria de Estado para América Latina en el nuevo Gobierno— había anunciado que poco a poco los programas allí incluidos tendrían que ser financiados con recursos colombianos.

 

Francisco Santos, además de realista, agrega que el amplio conjunto de condiciones que lleva consigo el Plan Colombia le introduce elementos de indignidad. Esas son palabras mayores. No debería considerarse pecado preguntar si la injerencia de Estados Unidos en Colombia es excesiva y si hay más unilateralismo que cooperación. O si hay desequilibrio en la guerra anti-drogas: ¿por qué no se ha reducido el consumo?

 

El gobierno Uribe debería asumir una propuesta audaz para reformular las relaciones. Tendría que empezar por reconocer que en la era Obama el referente latinoamericano no será Colombia sino la corriente política mayoritaria en el Continente: la izquierda no chavista, liderada por Lula Da Silva. Y que hay temas nacionales que pueden afectar la relación: los crímenes contra los sindicalistas, las violaciones a los derechos humanos, la reelección presidencial indefinida y la corrupción política, están incrementando su visibilidad y rechazo en Washington.

 

La aprobación del TLC, por ejemplo, depende de la conveniente separación del comercio propiamente dicho y los asesinatos de líderes sindicales. Y eso solo sería posible si el gobierno colombiano presenta una estrategia convincente y audaz para mejorar la situación de derechos humanos. Pretender la aprobación del TLC a punta de lobby y relaciones públicas va a prolongar su congelamiento y, en el entretanto, la injerencia cruda de congresistas gringos de segundo nivel en los asuntos internos de Colombia. Definitivamente sería mejor escuchar a Francisco Santos aunque sería aun mejor que lo que dice ‘Pacho’ lo creyera Uribe.

 

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