domingo, 29 de marzo de 2009

El apretón de Chávez

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Marzo 29 de 2009

 

Ni siquiera un país tan rico como Venezuela estaba blindado frente a la crisis económica mundial. El presidente Hugo Chávez acaba de anunciar un duro paquete de medidas de ajuste, entre las cuales figuran una reducción del gasto del Gobierno en un 6,7 por ciento y un incremento del IVA de 9 a 12 por ciento, que equivale a un 30 por ciento en la tarifa. Un aumento muy significativo en un país que no está acostumbrado a pagar muchos impuestos. Chávez, además, promete restricciones en gastos suntuarios y austeridad en las finanzas públicas.

 

La situación es muy difícil para la economía del país vecino. El crecimiento ha bajado a un 4,8 por ciento en el 2008, después de haber llegado a casi el doble, 8,4 por ciento, en el 2007. La inflación ronda el 30 por ciento, y la de alimentos supera de lejos esa cifra: ningún otro país latinoamericano tiene un alza de precios de semejante magnitud. El petróleo, después de superar los 100 dólares por barril el año pasado, ahora ronda los 50. Y la inversión extranjera es muy escéptica sobre una economía despilfarradora y sobre un Gobierno poco estable, que no ha querido desmontar la espada de Damocles de eventuales nacionalizaciones. Por el contrario, en las últimas semanas, Chávez incrementó las expropiaciones de tierras que considera improductivas, algunas de propiedad del poderoso grupo Polar, con cuyos dueños ha entablado una agria disputa pública.

 

Las reacciones a la política anti- crisis de Chávez han sido contradictorias. Para algunos son insuficientes, porque no compensan la sensible disminución de los ingresos fiscales causada por los bajos precios del petróleo. Otros, en la oposición, las critican como una cortina de humo y algunos más predicen que proliferarán los mercados paralelos. El Gobierno las defiende con el argumento de que los recortes del gasto y los incrementos en el IVA tienen pocos antecedentes históricos. Sin claridad sobre el éxito del "paquete", es un hecho que la economía complicó el futuro inmediato de la revolución bolivariana. El ajuste del cinturón le generará a Chávez un costo político nada despreciable.

 

El Presidente no está en un momento que se caracterice por una actitud conciliatoria. Desde las elecciones locales de noviembre pasado, en las que el oficialismo obtuvo mayorías pero el antichavismo celebró avances de incuestionable simbolismo, Chávez no le ha dado respiro a la oposición. Convocó, y ganó, el referendo para la reelección presidencial indefinida. Ahora, la justicia venezolana, con la sombra permanente del jefe de Gobierno, ha arremetido contra el principal líder de oposición, Manuel Rosales, alcalde de Maracaibo, por cargos de enriquecimiento ilícito.

 

Chávez en crisis económica brinda un escenario hasta ahora desconocido. Su década en el poder ha coincidido en general con una bonanza petrolera que le ha permitido gastar a manos llenas, no siempre con eficacia económica, pero con saldo político a favor. El gasto social, los subsidios, las misiones de profesores y médicos en áreas populares han incrementado el fervor por el mandatario entre los grupos beneficiados. Falta ver qué consecuencias tendrá el modelo de populismo sin dinero. ¿Tendrá la oposición la gran oportunidad para erosionar la base política del chavismo? ¿Logrará el Presidente capotear el mal momento?

 

En el campo internacional, las cosas también se le han complicado a Venezuela. Barack Obama no ha cambiado -al menos con la contundencia que esperaba Chávez- la posición de su antecesor. Aunque Caracas todavía tiene expectativas de que se podrán bajar las tensiones con Washington, ha tenido que guardar silencio frente a declaraciones de altos funcionarios del nuevo gobierno, que critican la falta de democracia en Venezuela. Con la propia Cuba se han debilitado los lazos, que bajo Raúl no tienen las mismas dimensiones estratégicas que mantuvieron mientras Fidel estuvo en la jefatura del gobierno. En América Latina, la izquierda moderada se ha consolidado y guarda distancias nada disimuladas con la diplomacia caraqueña. El más reciente presidente electo con un programa socialdemócrata -Mauricio Funes, del ex movimiento armado FMLN en El Salvador- ha dado señales muy claras de que se acercará más a los países de la corriente mayoritaria, que a Venezuela o Cuba. No hay que perder de vista que la política exterior chavista, en los casi cuatro años que le restan del actual periodo, no contará con la abultada chequera con la que tejió estratégicas alianzas en las primeras etapas de la revolución bolivariana.

 

El momento difícil que atraviesa Venezuela afecta a Colombia. Las relaciones se han recompuesto, después de sendos encuentros entre los presidentes y los cancilleres y se prevé una nueva cumbre el mes próximo, en Venezuela. Pero a Colombia le preocupa la falta de acción en el otro lado de la frontera frente al paso o permanencia de jefes guerrilleros, como 'Antonio García', del Eln, e 'Iván Márquez', de las Farc, y Venezuela ha reaccionado con ira a declaraciones del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

Por otro lado, la penuria económica mermará la capacidad de Venezuela de mantener el nivel de compras de productos colombianos: ya algunas empresas exportadoras han sentido el bajonazo y se quejan por medidas obstaculizantes de Caracas. Una vez más, queda claro que no le conviene a Colombia que a Venezuela le vaya mal, porque el destino de ambos países es mutuamente dependiente.

 

 

 

 

 

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